“No entiendo”, dijo una y otra vez Mauricio Macri, refiriéndose a los episodios violentos que frustraron el partido Boca- River. Le diría al Señor Presidente: hay tantas otras cosas que yo tampoco entiendo. No entiendo la desmesurada trascendencia que se le está dando al fútbol en un país en el que los ciudadanos padecemos cotidianamente el flagelo de la inflación, la pobreza, la inseguridad, la inestabilidad, la incertidumbre, la improvisación. No entiendo cómo, habiendo aportado durante 40 años, hoy percibo una jubilación de menos de diez mil pesos. No entiendo qué pasó con la educación pública argentina, que solía ser nuestro orgullo. No entiendo las puertas giratorias en las comisarías. No entiendo cómo esta gestión que está llegando a su fin, desaprovechó una oportunidad histórica para cambiar a fondo. No entiendo a la Justicia paquidérmica y sesgada. No entiendo por qué debemos convivir a diario con piquetes que nos impiden llegar a destino, más allá de la legitimidad de las protestas. No entiendo por qué miles de pasajeros quedamos varados en aeropuertos, sin que nadie nos brinde una explicación razonable y una compensación adecuada. No entiendo, Señor Presidente, por qué Ud sigue opinando como si aún fuera Presidente de un equipo de fútbol, cuando lo es de todo un país. Somos muchos los que no entendemos, Sr Presidente. Nada de nada. Y cada vez menos.