“EL SHOW DE HUGO VARELA 2010”. TEATRO MUNICIPAL COLISEO PODESTÁ.
La fórmula humorística de Hugo Varela – al igual que la de Les Luthiers- resiste el paso del tiempo. Es más, como los buenos vinos, mejora con los años. Hace más de un cuarto de siglo, este mimo-letrista-compositor- luthier-músico-cantante-actor, trajina escenarios con su talento y sus instrumentos estrambóticos a cuestas, cosechando risas y aplausos.
Optando deliberadamente por la picardía, el sobreentendido, el doble sentido y la ingenuidad, Varela no necesita apelar a la palabrota ni al chiste burdo. La procacidad no es su estilo.
Con su aspecto flacucho y desgarbado, este Quijote cordobés la juega de “anti-héroe”, de “loser”, de anti-galán, que conquista a fuerza de ternura y simpatía.
En su “Show de Hugo Varela 2010”, rompe de entrada la cuarta pared, y entabla un diálogo con el público, interacción que se irá acrecentando a lo largo del espectáculo. Lo hace cantar, moverse, bailar, emitir sonidos extraños, y logra que la gente se desinhiba, se suelte y disfrute plenamente de un show que no tiene desperdicio.
“La canción de Bartolito”, “El día que me quieras”, rayado disco de pasta en la vitrola de la abuela; el bolero odontológico “Cuando te beso”; un valsecito floral-ecológico; otro nostálgico dedicado a su “Vieja amiga Esther”; baladas, chamamés, cansonetas italianas, danzas griegas, carnavalitos, tangos, un repertorio ecléctico y variado interpretado en una minúscula guitarrita-sartén, infladores de bicicleta, un pincuyo con enema, una guitarra-pierna, un ventiladarpa, entre otros inventos.
Capítulo aparte merece su sanateada entre bambalinas, mientras cambia o agrega algún elemento del vestuario, para caracterizar al coya, al gaucho con boleadoras, al indio litoraleño, al malevo de arrabal, una galería de personajes desopilantes.
Como bis del final, a modo de broche de ore, un clásico vareliano: “La corbata rojo punzó”, y su trágico destino.
Hugo Varela: “estandapero” cordobés de colección.