por Irene Bianchi
¡Ay, chicas! ¡Menos mal que conservé mi viejo gamulán? ¡Qué fresquete!
¿Podrías ser un poquito más original, Sofía? ¿Podemos hablar de algo que no sea el frío? Después de todo, estamos en junio, che. Ya era hora.
El invierno nos favorece, amigas. Las poleras y las bufandas disimulan la papada, las calzas levantan hasta la autoestima, los gorros, sombreros y pasamontañas te ahorran la pelu; a las manos –tan deschavadoras de la edad- las enfundás en unos buenos guantes y me Río de Janeiro.
Es cierto, Perla. El verano es más buchón. Estás más expuesta con todo al aire.
Hablando de estar expuestas, no saben lo que me pasó en la Facu. ¿Vieron que yo doy clase en Periodismo, no? ¡Bueno, me metí en el baño equivocado!
No, Perlita. No te equivocaste. El tema es que en La Plata tenemos el “privilegio” de contar con el primer edificio público que tiene baños sin identificación de género. ¡Somos re-modernos! ¡De vanguardia! Por la Ley de Identidad de Género, ¿vieron? De ahora en más los baños serán “en forma indistinta para varones y mujeres, y para lo que cada uno decida y quiera ser.”
Yo seré antigua, pero me parece un reverendo disparate. Ya ni hacer pis tranquila te dejan en este país. No sé usar el mingitorio. Y me da asquete.
Búsquenle el lado bueno, chicas. Otro lugar donde conocer gente. Y pispear cosas que nunca vemos. Un recreíto visual, niquesea.
Convengamos que no es el ámbito ni la ocasión más propicios para hacer amigos, Delia. Además, resulta incómodo y violento para los dos sexos. Cero intimidad. Nada de privacidad.
¿Ves? Ese es tu problema, Perla. Atrasás. Ya no hay más “dos sexos”. Ahora hay muchas variantes socialmente reconocidas y aceptadas. Ponéte al día.
Sean sinceras: los varones de sus casas – hermanos, hijos, maridos- ¿no mojan el asiento? Y eso que los tenemos cortitos. Imagínense en los baños públicos.
También es cierto que los baños públicos de mujeres son más chanchos. En nuestras casas, somos re-prolijas y obsesivas. Pero afuera no. Un desastre.
Chicas, nosotras somos de mediados del siglo pasado, aunque nunca lo reconozcamos públicamente. Estamos haciendo un esfuerzo sobrehumano para adaptarnos a tanto cambio tecnológico y social. ¿No se sienten agotadas?
Sí, pero todavía estamos en carrera y no hay que parecer retrógradas.
Todo bien, pero hay algo que se llama “sentido común” que se está perdiendo.
Por estos lares, hace rato que eso se extinguió. Una reliquia de anticuario.
Me pregunto si habrán consultado a los alumnos y alumnas antes de tomar esta medida. Digo, una especie de plebiscito, para que resulte democrática. Tanto que hablan del consenso.
Ni idea. Pero los chicos no tienen tanto rollo. Seguro que les parece “re-cool”.
Y bueno, entonces tendré que ir a dar clase con pañales. Por si me dan ganas.
O lleváte la pelela de tu nieta. Esa rosita, con flores. O andá a los yuyos.
Yo creo que se van a armar unas festicholas de novela. Esto va a repercutir en la matrícula, ya van a ver. Otro buen estímulo para ir a la Universidad.
¿Ven? Eso es lo bueno que tiene vivir en Argentina. Todos los días nos desayunamos con algún dato pintoresco nuevo. Imposible aburrirse.Copadísimo
No lo tomes a mal, Sonia, pero creo que a esta altura de “la soirée”, me quedo con el aburrimiento suizo.
Allá vos. Te lo perdés. Yo voy corriendo a anotarme en el PEPAM. ¡Chin, chin!