por Irene Bianchi
“Lluvia constante”, de Keith Huff, con Rodrigo de la Serna y Joaquín Furriel. Escenografía: Alberto Negrin. Vestuario: Mariana Polski. Iluminación: Albert Faura. Sonido: Pablo Abal. Productor general: Pablo Kompel. Asistente de Dirección: Sebastián Polito. Dirección: Javier Daulte. Teatro Municipal Coliseo Podestá.
Para el espectador, ver “Lluvia constante” es como subirse a una montaña rusa de alto riesgo. Genera diversión, adrenalina, vértigo, sobresalto, espanto. La potente historia de Keith Huff, en la arrolladora puesta de Javier Daulte, atrapan la atención de principio a fin. Rodrigo de la Serna y Joaquín Furriel dejan todo en el escenario. Es un “tour de force” con un despliegue de energía física y emocional, como pocas veces se encuentran en una propuesta teatral.
“Rodo” (Furriel) y Dani (de la Serna)- ahora policías- son amigos desde el jardín de infantes. El primero es introvertido, prudente, reservado, solitario, con una autoestima baja y cierta adicción al alcohol. Soltero, poco afecto a entablar relaciones, siempre ha dependido- en más de un sentido– de su entrañable compañero de ruta. Dani, por el contrario, es impulsivo, “leche hervida”, impaciente, intolerante, grosero, violento, prejuicioso a la hora de etiquetar a gente de otra raza, religión o nacionalidad. Casado, con dos hijos pequeños, Dani refugia a Rodo en su propia casa, como un miembro más de su familia.En el fondo, es un tipo de buen corazón.
A pesar de estas abismales diferencias– o tal vez, por lo mismo-, ambos son amigos de alma. Hay un vínculo indisoluble que los une y los cohesiona a sangre y fuego. Inseparables en las buenas y en las malas. Casi dos en uno.
A simple vista, parecen el bueno y el malo, el políticamente correcto y el transgresor, el honesto y el chanta. Pero en una lectura más fina, se descubren otros matices, otros grises, que echan por tierra ese primer análisis.
En el correr de la acción dramática, ocurren un par de episodios terribles que desencadenan la tragedia, aunque esto no significa que la pieza esté exenta de humor.
Lo original de la estructura de “Lluvia constante”, es que los actores rompen la cuarta pared, y le cuentan la historia al público, cada uno a su manera y desde su particular punto de vista. También se rompe las barreras espaciales y temporales, alterando la cronología de los hechos, avanzando y retrocediendo, armando y desarmando escenas, obligando así al espectador a ubicar las piezas de un complejo rompecabezas. De ahí que la dirección cobre tal protagonismo.
Javier Daulte ya ha dado sobradas muestras de su extraordinario talento.”Baraka”, “Espejos circulares”, “Un Dios salvaje”, “Nunca estuviste tan adorable”, “Criminal”, son algunos de los tantísimos trabajos de un incansable realizador, que supo imprimir un sello muy personal a la escena nacional.
¿Qué decir de esta dupla de actores? Un duelo que quita el aliento. Una entrega incondicional y absoluta en la composición visceral de dos personajes repletos de contradicciones y claroscuros, como todo ser humano que se precie de tal.
Por momentos, sin embargo, la dicción de Furriel no es suficientemente clara, lo cual dificulta la comprensión de sus intrincados parlamentos.
De la Serna hipnotiza con su lenguaje corporal, sus gestos, sus cambiantes tonos de voz, su ductilidad y versatilidad, la intensidad que le imprime a su Dani. Memorable.
La escenografía de Alberto Negrin, adaptada para gira, es una pieza clave de este aceitado engranaje.
“Lluvia constante”: cuando la calidad y el éxito de taquilla van de la mano.