
Me llama poderosamente la atención que, post-mortem, todos los argentinos parecen hablar bien del Papa Francisco, aún aquellos que lo criticaron sin piedad a lo largo de su pontificado. Ignoro si es una costumbre “argenta” o de la humanidad toda, eso de elogiar a una persona fallecida, cuando no se lo hacía en vida. Creo que la muerte no redime ni “abuena” a nadie. Me suena un tanto hipócrita, una impostura políticamente correcta, tal vez nacida de un temor a ir contracorriente o cometer un “pecado capital” y ganarse el infierno gratuitamente. En lo personal, pienso que Bergoglio tomó una clara postura política, lo cual generó una grieta entre sus feligreses. A pesar de haber sido inequívocamente despreciado por los Kirchner en su momento, su acercamiento a Cristina fue público, tal vez por eso de poner la otra mejilla, vaya una a saber. Lo cierto es que hoy por hoy, todos son más papistas que el mismísimo Papa.