Pero una revolcada en París tiene mucho nivel. Topísimo. Nada que ver con los telos de la Panamericana.
Y encima la Chinita se hizo pagar el pasaje a la Ciudad Luz. Otra reina. Admirable.
Igual Wandita ya se hizo firmar todos los papeles, de modo que en la calle no se queda.
¿Volverá con Maxi López?
No creo. Ya debe tener un séquito de futbolistas que le arrastran el ala, y la quieren como pareja y como representante. Es buen partido la Nara. En todo sentido.
Ahora se viene el culebrón con la hermana, porque parece que el cuñado estaba al tanto de los amoríos de Maurito. Era cómplice. Y no dijo ni mu.
¡Obvio! Los tipos se apañan entre sí.
La que se debe estar relamiendo es la Su, que la va a entrevistar en un par de semanas.
Clink caja. Ahí factura otra vez la Botirreina. ¡Es una máquina!
Eso sí. Que se ligue las trompas, che. Demasiados críos para tantos bolonquis familiares.
Hablando de travesuras virtuales, ¿ustedes practican el “porno inmobiliario”?
¿Qué es eso, Betty? ¡Ni idea!
Un nuevo fetiche de los argentinos. Pispear casas ajenas, curiosear mansiones de gente rica, navegando por la web.
¿Con qué sentido? ¿Para envidiarlos? ¿Para desear lo que nunca vamos a tener? ¡Ni loca!
Es un nuevo hobby, un pasatiempo. Qué sé yo.
Pero ¿por qué le dicen “porno”? Eso implica que genera placer, no envidia. Una especie de onanismo arquitectónico.
¡No me digan que ustedes no miran las fotos de las casas de los famosos en esas revistas glamorosas!
Una estupidez. Con los afanos a la orden del día, yo ni loca muestro mi casa. Es como una invitación a los cacos.
Sin ánimo de ofender, pero tu monoambiente no figuraría ni en “Hola” ni en “Caras”, Rita.
Seré curiosa. Y del otro porno, del ortodoxo, del tradicional, ¿ustedes consumen?
No te lo diríamos, por pudor.
Entonces la respuesta es sí. No más preguntas, Sr. Juez.
Y por casa … ¿cómo andamos?
Te diré que entre mirar lindas casas y lo otro … me quedo con lo otro.
¡Ah, bueno! Resultaste picarona, amiguita. Ya sabemos qué adminículos regalarte para tu cumple. ¿Alguna vea entraron a un porno shop?
Aquí no. Pero cuando se podía viajar y fui a Amsterdam, ahí me desquité.
Claro. Total, no te ibas a cruzar con nadie conocido.
No creas. Tuve tanta mala leche que me encontré con todos los argentos del contingente. Un papelón colectivo.
Pero ¿quién te quita lo comprado, Nelly?
Eso sí. Los cuido más que a mis ahorros en pesos.
Chicas, brindo por el fin de la cantinela: “Espacio cedido por la Dirección Nacional Electoral”, que me tiene los ovarios al plato. ¡Chin, chin!