Aurora Venturini (1921-2015), escritora y traductora platense, se consagró en 2007 al ganar el Premio de Nueva Novela de “Página 12” con “Las primas”, a sus 86 años, aunque ya tenía en su haber más de una treintena de libros y ensayos críticos de poetas franceses.
La novela premiada describe la vida de una familia disfuncional de clase media baja, compuesta por personajes un tanto tortuosos: una madre cruel y desalmada, docente de profesión (puntero en mano); un padre ausente; Yuna, una niña con dislalia (trastorno en el habla); Betina, su hermana discapacitada motriz; Petra, una prima liliputiense que se prostituye, y otros tantos satélites circundantes, igualmente siniestros.
A pesar de este contexto oscuro y adverso, contra viento y marea, con obstinación, talento y tozudez, Yuna se abre paso en la vida a través del arte, hasta convertirse en una prestigiosa y muy reconocida pintora. Esta verdadera heroína, esta sobreviviente, es la protagonista de “Yuna soy yo”, el espectáculo unipersonal magistralmente interpretado por Marcela Ferradás, quien también adaptó el texto original de Venturini.
La excusa argumental es la inauguración de una muestra de sus pinturas, ocasión en la que Yuna Riglos abre su corazón, y en una charla catártica con el público, comparte los avatares de su nada fácil existencia. Una montaña rusa.
Ferradás compone una mujer frágil, vulnerable, y a la vez poderosa e indestructible. Alguien que logra transmutar sus infortunios volcándolos en sus telas, exorcizando así los demonios con los que convive. Sutil, contenida, visceral, la actriz pinta ricas imágenes con palabras, de modo que el público logra ver nítidamente a los personajes que la interpelan. Ella es una y muchas al mismo tiempo. Hay horror y humor, aunque parezcan incompatibles. La dirección de Horacio Peña es puntual, precisa, sin excesos ni subrayados de ninguna naturaleza. Todo puesto al servicio del lucimiento de una actriz que posee un enorme abanico de recursos, resultando hipnótica y verosímil.
La minimalista escenografía de Alejandro Mateo recrea la galería de arte de la retrospectiva de Yuna. El vestuario de Luciana Gutman, muy Courrèges, trasmite sofisticación y elegancia.
«Yuna soy yo» es un muy merecido recordatorio de una gran escritora platense, y un “capo lavoro” actoral que merece ser visto y disfrutado en “Espacio 44”, Avda 44 entre 4 y 5, La Plata.