PIAF, de Pam Gems. Elenco por orden de aparición: Diego Jaraz, Elena Roger, Iván Espeche, Julia Calvo, Nacho Pérez Cortés, Rodrigo Pedreira, Angel Hernández, Federico Llambí, Eduardo Paglieri, Natalia Cociuffo, Romina Groppo, Martin Andrada, Gustavo Guzmán. Dirección musical y piano: Carlos Britez. Acordeón: Gabriel Abramovici. Música alternante: Hernán Matorra. Diseño de escenografía y vestuario: Soutra Gilmour, Julieta Ascar, Sofía Di Nunzio. Diseño de pelucas: Eugenia Palafox. Diseño de luces: Neil Austin, Jamie Platt. Diseño de sonido original: Christopher Shutt, Gastón Briski. Asistente de reposición: Alejandro Pellegrino. Dirección: Jamie Lloyd. Director repositor: Edgardo «el negro» Millán. Supervisión musical: Néstor Ballesteros. Versión en español: Mariano Detry. Prensa y comunicación: Vanesa Bafaro – Varas Otero. Comunicación en redes: Bushi contenidos. Diseño gráfico: Protto + Esnaola. Productora general: Mariana Correa. Productor ejecutivo: Sebastián Arcos. Producción general: Adrián Suar, Preludio. Teatro Liceo, Avda. Rivadavia 1499, CABA.
Tan menuda como Edith Piaf y con igual potencia vocal y expresiva, Elena Roger realiza una composición que literalmente quita el aliento. Una siente que “el Gorrión de París” se apodera de la actriz y cobra vida a través de ella. A la vez frágil y poderosa, vulnerable y resiliente, el personaje resulta hipnótico, en una interpretación absolutamente memorable. La Roger canta hasta en las posiciones más incómodas (acostada, encorvada, «borracha» etc), y lo hace con una carga emocional que podría jugarle en contra si no fuera dueña de una técnica tan trabajada y depurada. Todo el elenco está a su altura. Talentosos actores y actrices que se desdoblan en múltiples roles. Destacamos a Julia Calvo, tan versátil y graciosa, en un personaje que evoluciona a lo largo de la obra. La puesta en escena es un alarde de minimalismo y creatividad. Con pocos elementos y cambios de luces, se van recreando diferentes espacios y alternando climas contrastantes. Todo funciona como un aceitado mecanismo de relojería, sin baches. La obra fluye, afiatada, precisa. El público que colmaba la capacidad del bellísimo Teatro Liceo (una joya), cautivado por semejante alarde artístico. Excelente el recurso de no dejar ni un segundo después de cada canción, para evitar así un aplauso que cortaría la continuidad del relato. Pero eso sí, la ovación final, de pie, expresó todas esas ganas de aplaudir contenidas durante los 100 minutos de “Piaf”.
“Piaf” es un espectáculo IMPERDIBLE, que emociona y conmociona, de un nivel superlativo. Y Elena Roger, una artista exquisita en todo sentido, que merece sobradamente el éxito de taquilla que está protagonizando.