“Ni con perros, ni con chicos”, de Fernando Albinarrate. Elenco: Omar Callichio, Laura Oliva, Federico Coates, Daniela Pantano. Músicos: Fernando Albinarrate, Uriel Kaufman. Coreografías: Verónica Pecollo. Escenografía: Alicia Leloutre. Vestuario: Mini Zuccheri. Iluminación: Matías Sendón. Dirección musical: Fernando Albinarrate. Dirección: Javier Daulte. Espacio Callejón. Humahuaca 3759, CABA
El padre del autor de esta deliciosa obra era gran admirador de Charles Laughton, actor de cine estadounidense de origen británico (1899-1962). Eso y su propia admiración por los grandes clásicos del cine de oro americano, impulsaron a Fernando Albinarrate a embarcarse en esta arriesgada aventura musical.
En cuanto al título, cuenta la leyenda que el icónico director Alfred Hitchcock, que trabajó con Laughton en “La posada de Jamaica” y en “Agonía de Amor”, solía prolongar el dicho “Nunca se te ocurra hacer una película con animales ni con niños”, con el agregado: “ni con Charles Laughton”, dada la tensa relación que ambos tuvieron durante los rodajes.
La pieza comienza en los años ’60, cuando un joven periodista visita a la viuda de Laughton, la actriz Elsa Manchester, con el propósito de recabar información sobre su difunto marido, material con el que luego se filmaría un documental. Al evocar Elsa la larga y nada fácil relación con él, la figura de ese descomunal actor se materializa. Y es ahí cuando entendemos por qué Albinarrate tenía a Omar Callichio in mente para encarnar a Laughton. Nadie podría haberlo hecho mejor. No sólo por el “physique du rôle”, sino por la potente y contundente expresividad de este versátil actor y cantante, de este multifacético artista que se devora el escenario.
A su lado, Laura Oliva compone un personaje muy rico en matices, que calla mucho más de lo que dice. Elsa era una actriz talentosa que parece haber vivido a la sombra de su exitoso marido. Era “la Señora de Laughton”, si bien se haría muy conocida como “La novia de Frankenstein”.
No todo fue un lecho de rosas en ese matrimonio. Elsa conservó un secreto sobre las preferencias sexuales de Charles, seguramente para no perjudicar su carrera, y porque lo amaba, razón por la cual permanecería a su lado hasta el final.
Son bien conocidas las dotes de comediante de Laura Oliva, pero en este espectáculo se luce además como actriz dramática y como cantante.
Los jóvenes Federico Coates y Daniela Pantano juegan varios roles, con frescura y gracia. Cantan, bailan, e interpretan personajes diversos con aplomo y solvencia.
Los músicos en vivo son un enorme aporte, con el valor agregado de contar con el mismísimo autor en teclados. Y las bellas canciones van surgiendo naturalmente, como prolongaciones de los diálogos. La que abre y cierra la obra, “Todo es teatro” es casi un himno y un resumen de esta pieza, que no sólo gira en torno a una pareja de actores, sino al oficio del actor y al amor por el oficio.
Es éste el primer musical que dirige el prestigioso Javier Daulte, lo cual parece inverosímil. Su lograda puesta funciona como un ajustado y prolijo mecanismo de relojería. Todo fluye sin tropiezos, yendo y viniendo en el tiempo, y las escenas se van enlazando orgánicamente. Coreografías atractivas y variadas. Muy funcional la escenografía, que va recreando distintos ambientes, de manos de los propios actores. Hermoso el vestuario de Mini Zuccheri.
Un verdadero “capo lavoro” el de Omar Callichio. Un trabajo consagratorio. Un papel a su medida, al que él honra con su talento y su generosa entrega. Chapeau!