“Ernesto”, “Mario” y “Ana” son hermanos. Los tres están hartos de su anciana madre, que amaga con estirar la pata pero sigue vivita y coleando, a pesar que diez años atrás los médicos les aseguraron que en apenas 6 meses su progenitora partiría. Convengamos que a los tres les faltan algunos jugadores; no parecen tener todos los patitos en fila. Ernesto (Fabián Martín) es el estratega que planea meticulosamente cómo deshacerse de la vieja. Es vago y dejado, pero el más vivo del grupo. Su astucia contrasta con la ingenuidad de “Ana” (Roxana Giorno) y de “Mario” (Sebastián Petrasso), a quienes Ernesto “dibuja” la rendición de cuentas de los gastos que ocasiona la madre: geriátrico, pañales, remedios, bonos médicos, papel higiénico, remises, etc., quedándose sistemáticamente con los vueltos.
La anciana en cuestión es muy manipuladora y se abusa de su discapacidad. Además, padece de demencia senil o tal vez simula padecerla, para generar atención y lástima. Es verdaderamente insoportable, lo cual –hasta cierto punto – justifica el deseo de los hijos de exterminarla, por horroroso e inaceptable que el macabro plan suene a primera vista.
El autor de “Los Opas” es el prolífico dramaturgo, guionista y director platense Daniel Dalmaroni, en cuyo haber figuran muchas otras piezas: “Mate a un tipo”, “Cuando te mueras del todo”, “Vacas sagradas”, “La escena del crimen” , “El Boticario de la Guerra Fría” , “Burkina Faso”, “Una tragedia argentina”, “Como blanca diosa”, “El secuestro de Isabelita”, “La vida de los demás”, “Gangster”, “New York”, “Un instante sin Dios”, “Juego de manos”, “Una magnífica desolación”.
“Los Opas” es una comedia negra, negrísima, en la que se desmitifican los vínculos supuestamente entrañables, para diseccionarlos con crueldad, ironía y sarcasmo. El público es testigo y casi cómplice de la conspiración de los hermanos, y se ríe a carcajadas de algo que –mostrado de otra manera- podría producir repulsión y espanto.
Ya hemos resaltado el histrionismo de Marina Moiso, una “capa cómica” indiscutible. Capta la inclaudicable atención del espectador con su rica gestualidad y sus inflexiones de voz, de modo tal que no se le puede sacar los ojos de encima.
Fabián Martín compone un personaje desagradable, repulsivo, mandón, inescrupuloso, que hereda de su aborrecida madre una tendencia a la manipulación de sus hermanos. Roxana Giorno inspira ternura y compasión en la piel de “Ana”, casi una niña avejentada. Sebastián Petrasso muestra a un “Mario” vulnerable, tímido, timorato, corto de genio, cuya vida se hizo trizas como consecuencia de la eterna sobrevida de la vieja. Excelentes los tres en la piel de sus respectivas criaturas patéticas.
La dirección de Gabriel Ade es precisa y dinámica. El ritmo de la puesta no da respiro. Hay cierta dosis de suspenso, de expectativa. El público ríe todo el tiempo, a pesar de lo oscuro del planteo, porque en el fondo la platea apoya a estos tres chiflados y apuesta al éxito de su plan.
Desde su estreno, “Los Opas” logró colgar el ansiado cartelito “No hay más localidades” en la boletería de “El Escape” (44 entre 23 y 24, La Plata). Esto habla de la necesidad de la gente de divertirse y pasar un buen rato. Quedan pocas funciones. ¡A no perdérsela!