“Lo Discepolín”. Dramaturgia: María Marta Bugiolachi, Leandro Piccolo. Actor: Leandro Piccolo. Luces: Claudia López Osornio. Sonido: María Marta Bugiolachi. Asesoramiento vocal: Florencia Guachi. Pistas piano: Juan Manuel Lopetegui. Asistente: Verónica Caballero. Dirección: María Martha Bugiolachi. Compañía Teatral Ambulantes. “La Mercería”, calle 1 entre 36 y 37.
Enrique Santos Discépolo (1901-1951), fue un creativo multifacético. Autor, compositor director y actor teatral y cinematográfico. Hermano de Armando (creador del grotesco criollo), actuó en algunas de sus obras, y colaboró con él en la autoría de piezas como “El organito”. A partir de su tango “Qué vachaché” (1926), se convirtió en uno de los más célebres autores y compositores argentinos. Sus letras –llenas de ironía, sarcasmo y denuncia- evidencian un tono dolorido, melancólico, desencantado (“Yira”, “Canción desesperada”, “Tormenta”, “Uno”, “Cafetín de Buenos Aires”), y su emblemático “Cambalache” (1934) se ha convertido casi, casi, en nuestro Himno Nacional.
Adhirió abiertamente al peronismo, y creó un ciclo radial – “A mí me la vas a contar…” -, en el que polemizaba con “Mordisquito”, personaje que caricaturizaba a la oposición.
El actor Leandro Piccolo se pone en la piel de Discépolo, para lo que cuenta con el “physique du rol” perfecto. Nos pasea por el mundo del atribulado personaje: su infancia, la temprana pérdida de sus padres, la rivalidad con su hermano Armando, su relación sentimental con la cantante Tania. Un recorrido sensible, salpicado con relatos, canciones, y alguna que otra escena (“Mateo”, película en la que participó en 1937). Entrañables los textos en italiano, tan descriptivos del clima familiar.
Hace un acalorado alegato a favor del lunfardo (como el que hiciera décadas después el Negro Fontanarrosa con respecto a las “malas palabras”), lenguaje proscripto por la dictadura militar, por el que fue censurado en más de una ocasión.
“Lo Discepolín” – es un espectáculo amable, entretenido, que rescata una figura señera, una suerte de profeta local, cuyo lirismo conserva una notable vigencia. La composición de Piccolo despierta empatía, complicidad. Entona bien, sin alardear de cantante. Conmueve y también divierte, alternando diversos climas propuestos por la acertada dirección de María Martha Bugiolachi, que concibió una puesta minimalista y funcional.
Conocimos “La Mercería Teatro”, una nueva sala, cálida y acogedora, que se colmó la noche del viernes para disfrutar de “Lo Discepolín”