por Irene Bianchi
¿Qué se puede decir de estos descomunales artistas que no se haya dicho ya, a lo largo de sus cuarenta y cinco años de ininterrumpida labor? ¿Qué agregar que no suene redundante o reiterativo? ¿Cómo analizar y explicar este fenómeno que seduce a varias generaciones de fieles y consecuentes espectadores? Público de todas las edades que espera con ansias y disfruta como loco cada una de sus presentaciones.
Los platenses mantenemos con “Les Luthiers” un romance de vieja data. Recordamos sus shows en el Cine Teatro Astro (hoy Viejo Teatro), a principios de la década del ’70. Desde entonces, la calidad de sus espectáculos no ha disminuido ni un ápice. Muy por el contrario. Su ingenio, particular estilo y enorme creatividad, se han ido incrementando con el paso de los años.
La clave del éxito y permanencia de este particular ensemble integrado por Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich es, creemos, su disciplina e inteligencia. Sobre todo, para mantener la cohesión grupal durante tanto tiempo, superando seguramente egolatrías y vedetismos.
Otra característica saliente – además de su indiscutible virtuosismo vocal y musical- es la cuerda de humor que pulsan, alejado de cualquier atisbo de vulgaridad o grosería. Apelan a la agudeza del espectador, desechando el chiste fácil. Se valen de la ingenuidad, del sobreentendido, del subtexto. Nunca son obvios ni previsibles. Talentosos, pícaros, sarcásticos, irónicos, jamás ofenden ni hieren susceptibilidades.
Pero por sobre todas estas cualidades, lo más notable es su “timing”, el manejo de las pausas, los silencios, las transiciones, el gesto que reemplaza y resulta más elocuente que la palabra. Eso en si mismo es un arte que han llegado a pulir a la perfección.
“Chist”, la deliciosa e imperdible antología que este fin de semana está colmando cuatro funciones en el Teatro Argentino, incluye las “canciones descartables” del inefable cantautor Manuel Darío; algunos “hits” del Maestro Mastropiero; el desopilante rap “Los jóvenes de hoy en día”; el “cántico enclaustrado Educación Sexual Moderna”; la “hematopeya Redención del Vampiro”; la “canción ecológica: Sólo necesitamos”; el “Bolero de los celos”, entre otras memorables joyitas.
En una semana tan convulsionada en nuestro país por la apresurada y cuestionada reforma de la Justicia, el sketch “La Comisión”, en el que dos políticos corruptos, coimeros y venales le encargan a un músico mediocre reescribir el Himno Nacional, resultó particularmente oportuno y ruidosamente festejado por el público presente.
“Les Luthiers”: cada año mejores, como los buenos vinos.