Habitar durante una hora y media la casa de la familia Coleman es una experiencia inquietante y sumamente perturbadora. El espectador llega a sentir cierta claustrofobia en ese encierro, en el que todo huele a viejo, a rancio, a húmedo, a sucio. Tres generaciones conviven en esa casa oscura, venida a menos; casi presos diríase, cautivos de si mismos. Víctimas y victimarios. Como aquella legendaria “casa tomada” de Cortázar, o el “Hotel California”, del que nadie puede salir.
Los vínculos intrafamiliares de los Coleman y allegados son por demás extraños. Una madre aniñada e inmadura; un hijo alcohólico y cleptómano; su melliza traumatizada por alguna experiencia del pasado; un “loquito” que funciona como incómodo y certero oráculo; la hija “cheta” que zafó pero no tanto, y la abuela, capitana de esa nave, que seguramente naufragará sin ella.
Esta “criatura” de Claudio Tolcachir, con más de dos mil funciones en su haber, y 22 países recorridos, es –en principio- una “Master Class” de actuación. El elenco está conformado por Cristina Maresca, Miriam Odorico, Inda Lavalle, Fernando Sala, Tamara Kiper, Diego Faturos, Gonzalo Ruiz y Jorge Noguera. Todos y cada uno de ellos construyen personajes absolutamente verosímiles, a pesar de sus rarezas. Se les cree los gestos, los silencios, las miradas, las intenciones, las reacciones, lo dicho y lo no dicho. Crean una atmósfera amenazante, incómoda, ominosa, como si todo estuviera a punto de estallar en mil pedazos, el público incluido.
No sorprende, entonces, que “La omisión de la familia Coleman” haya reventado la taquilla de “Teatro Estudio” en el arranque de su temporada número 17, dada la enorme expectativa que esta multipremiada pieza despierta hace años.
La dramaturgia y la dirección de Tolcachir son impecables. “La omisión …” puede leerse como la radiografía de una familia bastante disfuncional, y también como metáfora de algo mucho más amplio y abarcativo: una sociedad enferma, hambreada, negadora, violenta, empobrecida, agrietada, venal, huérfana de toda orfandad.
La puesta en escena es minimalista: sugiere con un criterio funcional los dos ámbitos en los que se desarrolla la acción, casa y hospital.
Por localidades agotadas, hoy domingo 8 de marzo se agregó una función a las 18.30 hs, además de la ya programada a las 20 hs, en la bella sala de la calle 3 entre 39 y 40. Imperdible.