“La mujer justa”, de Sándor Márai, adaptada por Hugo Urquijo y Graciela Dufau. Elenco: Graciela Dufau, Arturo Bonín, Andrea Bonelli, Hugo Urquijo y Pochi Ducasse. Vestuario: Eugenio Zanetti. Dirección: Hugo Urquijo. Teatro La Nonna.
“La mujer justa” es una novela del escritor húngaro Sándor Márai (1900-1989), en la que tres personajes –María, Peter y Judith-, en tres respectivos monólogos, cuentan una historia de amor, celos, infidelidad y traición, Son los vértices de un triángulo amoroso más proclive a la infelicidad que a la dicha.
Dufau y Urquijo adaptaron el texto original para llevarlo a la escena, conservando esa estructura de soliloquios, según la cual los actores casi no dialogan entre sí, sino que rompen la cuarta pared y comparten con el espectador las vicisitudes de sus tortuosos romances. La sala de “La Nonna” colmó su capacidad, lo cual habla a las claras de las expectativas que suscitó la visita de tan prestigioso elenco.
El texto es extremadamente denso y demanda una concentrada atención que permita desentrañar los entretelones de una misma historia, contada desde tres puntos de vista diferentes. Casi no hay acciones ni desplazamientos. Todo está puesto en la palabra, en el decir, en los silencios, en las miradas, y también en lo no dicho, lo oculto, lo subterráneo.
Dufau es “María”, la esposa ciega de amor, moldeada por su sofisticado marido, a quien admira e idolatra por encima de todo, aún de la vida de su propio hijo. Bonelli es “Judith”, la otra, la joven campesina, “sirvienta” de la aristocrática familia de Peter, con sed de venganza de clase y ambiciones más que claras. Bonín es “Peter”, el hombre en cuestión, un tipo auto-suficiente, pedante, egoísta, soberbio, incapaz de exteriorizar sus sentimientos, seguramente por la crianza recibida. Urquijo es el siniestro amigo de Peter, y Ducasse, su madre.
Nadie sale indemne de esta “ménage-à- trois”, de esta historia de amores desencontrados, de soledades compartidas, de mezquindades y pérdidas. Personajes de distintos linajes, a quienes la Segunda Guerraarrasa e iguala.
La columna vertebral de esta austera propuesta, es la solidez interpretativa de Dufau, Bonín y Bonelli, quienes imprimen a sus parlamentos la intensidad dramática que el texto exige.
Márai parece decir que “La mujer justa” no existe, como tampoco el hombre ideal, y su empecinada búsqueda es un atajo que indefectiblemente conduce a la frustración y a la soledad.