“La Lengua Cosida”, de María Inés Portillo. Actuación: María Inés Portillo. Escenografía y vestuario: Ana Lia Bertola. Luces: Liliana Cáceres. Realización: Ana Lía Bertola, Margarita Dillon, Liliana Cáceres. Dirección: Gastón Marioni. Teatro Estudio, calle 3 entre 39 y 40. Domingos de septiembre 20.30 hs.
Una mujer de mediana edad encerrada en un baño. Habla compulsivamente, a borbotones, evaluando las palabras devaluadas, cuestionando el discurso vacuo de políticos y figuras públicas, sus frases hechas, sus clichés, sus muletillas: “A ver”, “Digamos …”, “Bueno, nada”. Esa mediocridad la pone frenética.
“Visitación”, que así se llama el personaje, recuerda con nostalgia la saludable práctica de la conversación de las sobremesas de su infancia. Los proverbios, las adivinanzas, los trabalenguas, los juegos de niños, de un mundo sin redes sociales, sin celulares, con más tiempo para perder sin culpa.
Sin embargo, a Visitación le cuesta hablar. Está tensa, contracturaza, nerviosa. Tiene problemas cervicales. Hay algo que la ahoga, un nudo en la garganta, una opresión en el pecho, una angustia que la acosa y le impide relajarse. De chica se cortó la lengua y se la tuvieron que coser, hecho que la obligó a permanecer callada y desarrollar la comunicación a través de la escritura. Y esa lengua cosida, esa boca cerrada, se re-actualizan en una situación traumática que le toca vivir hoy, un ataque sexual aberrante que la llena de bronca, asco, miedo, impotencia, dolor.
María Inés Portillo se luce en este unipersonal de su autoría, que va ganando intensidad muy gradualmente, en un paulatino tránsito de las palabras a los hechos, y es justamente la segunda mitad la que concita mayor atención, por la cuota de dramatismo y crudeza que trasmite.
La escenografía y las luces enmarcan correctamente la acción en una puesta austera y minimalista, al servicio de la actriz.
“La lengua cosida”: sacarse la mordaza y atreverse a denunciar, cueste lo que cueste.