La línea argumental gira en torno a tres hermanas trillizas (interpretadas por la misma actriz) a quienes, para decirlo en lenguaje borgiano, no las une el amor sino el espanto. El absurdo inicial es que al nacer, una de las tres falleció, y la desconsolada madre, aún antes de salir de la clínica, adoptó una beba, para reemplazar a la muerta. A pesar de las obvias diferencias, siempre se ocultó la identidad de la “intrusa”, y nunca más se habló del tema. El conflicto se desata cuando se enteran que la madre padece una enfermedad terminal, hereditaria, que las obliga a iniciar un tratamiento de quimioterapia preventivo. Claro que la hija adoptiva estaría exenta de semejante riesgo, pero ninguna de las tres sabe a ciencia cierta cuál de ellas es.
El leitmotiv de esta sátira familiar es la incomunicación. Tanto María Socorro como María Brujas monologan por teléfono, sin escucharse, sin conectarse, agrediéndose todo el tiempo, descalificándose, desconfiando, complotando.
La actriz Andrea Hamamé se desdobla y multiplica con notable versatilidad y ductilidad, metamorfoseándose en una o en otra, de pies a cabeza, gracias también al funcional vestuario. Hay mucho humor en esta trama oscura e inquietante, elementos del teatro del absurdo que plantean interrogantes en la cabeza del espectador. No es ésta una historia simple, sino deliberadamente rota y fragmentada, como las imágenes de la actriz frente a los espejos, piezas claves de una escenografía sofisticada y muy bien lograda.
Gran desafío el que asume la directora Olga Anzolini, para salir de la zona de confort, y abordar un texto complejo y espinoso como el de Spregelburd. Desafío del que sale airosa.
“La Extravagancia: viernes 24 a las 21 hs., sábado 25 a las 20 hs., Comedia Municipal, Pasaje Dardo Rocha, Sala B. Calle 50 entre 6 y 7