La Dama de Negro: adaptación teatral de Stephen Mallatrat, de la novela de Susan Hill. Elenco: Fabian Gianola, Nicolás Scarpino, Nadia Crosa. Escenografía: Jorge Ferrari. Vestuario: Pablo Battaglia. Música: Martín Bianchedi. Iluminación: Gonzalo Córdova. Sonido: Juan Manuel Lascano. Asistencia de dirección: Luján Martínez Vidal. Dirección: Manuel González Gil. Producción: Javier Faroni. Teatro Municipal Coliseo Podestá.
El joven abogado Arthur Kipps (Scarpino), atormentado por una experiencia traumática que acaba de vivir, decide tomar clases de actuación con un profesor (Gianola), a fin de exorcizar lo vivido, poniéndolo en palabras. No es su intención convertirse en actor, sino contar lo incontable- por inverosímil y espantoso.
Será el profesor quien asuma su rol, mientras que Kipps encarnará a todos los demás personajes involucrados en la historia, pormenorizadamente descriptos en el guión que él mismo escribió.
La adaptación para el escenario de la novela de Susan Hill (llevada al cine por James Watkins, con Daniel Radcliffe como protagonista), propone un interesante juego de teatro dentro del teatro (“a play within a play”). Los actores-personajes entran y salen de la trama, van y vuelven, relatan y viven los sucesos, involucrándose cada vez más.
Las primeras escenas, que corresponden a los primeros “ensayos”, al abordaje del texto, están teñidas de humor, y engañan un tanto al espectador, que cree estar en presencia de una comedia. A nuestro entender, esos primeros cuadros se reiteran y alargan por demás, con un Gianola subrayando un amaneramiento innecesario.
Tras esa introducción, la acción cobra un dinamismo arrollador, que capta y atrapa la inclaudicable atención del público hasta el minuto final. El despojado escenario del taller de teatro muta como por arte de magia, transformándose en calle, tren, carreta, hotel, oficina, pantano, mansión. Todo con poco: un baúl y un par de sillas. Pero con un aliado de lujo: el sofisticado diseño de sonido “sensurround” de Juan Manuel Lascano, una pieza clave de la excelente puesta de Manuel González Gil. La precisa iluminación también juega un rol fundamental, creando climas por momentos espeluznantes, que no ahorran sorpresas ni sobresaltos.
La dupla Gianola-Scarpino ya dio sobradas muestras de solvencia en “Los 39 escalones”. Conforman un equipo muy potente, eficaz y aceitado. Scarpino es un actor extraordinario, con una paleta de recursos infinita. Sutil, medido, dota a cada uno de sus personajes de un matiz diferente, ya sea por su modo de hablar, su actitud física, su desplazamiento, su mirada, mimetizándose asombrosamente con cada una de sus criaturas.
Cuando todo parece estar resuelto y esclarecido, un golpe de efecto final nos quita el aliento. La Dama de Negro no se rinde …