Me pregunto cómo se habrán sentido la familia y amigos de Bruno Bussaniche, playero asesinado a quemarropa por un joven sicario, a quien el senador Marcelo Lewandoski definió como “un chiquito que andaba en pantuflas”. Léase, el senador se solidarizó con el victimario, empatizó con él, minimizando el hecho de que mató a sangre fría a un trabajador inocente. ¿Se puede ser tan desalmado, como para expresarse de esa manera? ¿Qué habría dicho el senador si en lugar de Bruno, el sicario hubiera matado a un hijo, sobrino o nieto suyo? ¿También habría empatizado con el asesino? El nefasto «garantismo zaffaroniano» hizo escuela: se reivindica a los criminales a ultranza, mientras que las víctimas quedan desamparadas e ignoradas.
Diario La Nación, 17/03/2024