“El Mago de Oz”, de Lyman Frank Baum. Versión y letras: Gastón Marioni. Elenco: Emilia Mayo, Angelo Fornabaio, Javier Ruiz de Galarreta, Juan Pablo Antonelli, Laura Giménez. Música original: Eduardo Rezzano. Diseño de escenografía: Martina Fernández y Juan Pablo Antonelli. Realización de títeres: Esteban Derito. Diseño y reposición de vestuario: Javier Cardini. Asistencia y operación técnica: Yanina Zanier Quintas y Fermín Epele. Diseño gráfico: Juan Pablo Antonelli. Fotografías: Fabián Scarsella y Emanuel Lucero. Puesta en escena y dirección general: Gastón Marioni. Sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino, Avda. 51 entre 9 y 10, 18.
Sin lugar a dudas, este clásico de Frank Baum resiste el paso del tiempo y conserva intacto su encanto. ¿Cómo olvidar la versión cinematográfica (1939) protagonizada por una deliciosa Judy Garland, en el papel de Dorothy, la jovencita que vive en Kansas con sus tíos, a quien un tornado lleva por los aires al Reino de Oz?
Dorothy es ahora Dorita. A lo largo del camino amarillo que la conduce hacia el misterioso Mago de Oz, se hace amiga de un espantapájaro, deseoso de contar con un cerebro; de un Leñador de Hojalata, carente de corazón, y de un León, que daría cualquier cosa por ser menos cobarde. La vuelta de tuerca del relato es que los personajes ya tenían en su interior aquello que buscaban ansiosamente, sólo que no se habían percatado.
Gastón Marioni musicalizó la pieza en una puesta entretenida, ágil y funcional. Los personajes son frescos y graciosos. Angelo Fornabaio compone un espantapájaros muy divertido, disperso y distraído, pero nada tonto a la hora de percatarse del hechizo de la Bruja del Oeste, que duerme a todos (menos a él), haciéndoles oler amapolas.
El oxidado Leñador de Javier Ruiz de Galarreta conmueve con su descorazonado lamento, y el tierno León de Juan Pablo Antonelli se asemeja más a un gatito mimoso y ronroneador, que al rugiente Rey de la Selva.
Laura Giménez se multiplica versátilmente en Tía, Hada y Bruja del Oeste, confiriéndole a cada personaje su rasgo distintivo. Lo propio hace Javier Cardini, tío de Dorothy y Mago de Oz, un farsante que se las ingenia para satisfacer los deseos del pedigüeño trío.
Emilia Mayo, la Dorita de la historia, es una joven y talentosa actriz y cantante, que habrá que seguir muy de cerca. Dueña de una hermosa voz, posee un notable carisma y una luz singular. Su soñadora y fantasiosa niña resulta sumamente simpática y atractiva.
Muy ingenioso el recurso de los títeres, encarnando a los habitantes de Oz, como así también la enorme cabezota del Mago, mucho más ampulosa y amenazante que el personaje en cuestión. Mención especial para “Totó”, el inseparable perro-marioneta de Dorothy.
La música original de Eduardo Rezzano y las letras de Marioni, ilustran y dinamizan el relato.
Destacamos el vestuario y el maquillaje, indispensables aliados de la composición actoral.
“El Mago de Oz”: muy buena ocasión para revivir una historia entrañable, en la bella sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino.