por Irene Bianchi
“El loco y la camisa”. Dramaturgia: Nelson Valente. Diálogos creados en colaboración con los actores. Elenco: Julián Paz Figueira, Lide Uranga, Ricardo Larrama, Soledad Bautista y José Pablo Suárez. Producción: Banfield Teatro Ensemble. Diseño escenográfico: Luciano Stechina. Asistencia de dirección: Mariana Fossatti. Dirección: Nelson Valente. Teatro Picadero, Pje Santos Discépolo 1857, C .A.B.A. Funciones: miércoles 20.30, viernes y sábados: 22.30.
Algo que empezó como un breve sketch de café concert, relata Nelson Valente (autor y director de la pieza), se convirtió en un taquillero fenómeno teatral, que arrancó en un reducido espacio de Banfield, pasó por El Camarín de las Musas, y colma hoy la bella y emblemática sala de El Picadero, no sin antes cosechar premios en Miami y Barcelona.
Sin duda, un sueño hecho realidad para estos actores y actrices formados en el “Banfield Teatro Ensemble”, que sin contar con nombres rutilantes, se han ganado – con muy buenas armas- un lugar de privilegio en la cartelera teatral porteña.
“El loco y la camisa” es una obra naturalista, hiperrealista, que gira en torno a una familia típica de clase media baja. “José” (Ricardo Larrama), un padre autoritario y despectivo; “Matilde” (LIde Uranga), una madre sumisa y dominada; “María Pía” (Soledad Bautista), una hija cuya máxima aspiración es mudarse cuanto antes a “zona norte”; “Mariano” (José Pablo Suárez), el novio de la hija, un abogadito sin escrúpulos; y “Beto”, (Julián Paz Figueira), el hijo, un “loco”, pero no tanto.
La acción transcurre en una unidad de espacio y tiempo. La familia aguarda con nerviosismo y ansiedad la visita del novio de la nena, que viene por vez primera a la modesta casa del conurbano. Todo tiene que estar impecable, para dar una buena impresión. Y más allá de la limpieza y del menú, lo que más le importa a María Pía es que su hermano, el raro, se encierre en su cuarto, y no aparezca en toda la noche.
Porque justamente éste es el “modus operandi” de esta familia disfuncional (y no tanto): todo se oculta, se esconde, se barre debajo de la alfombra. La infidelidad, la violencia doméstica, la hipocresía, la locura. Sólo que Beto, el “loco” en cuestión, no tiene filtro. El todo lo ve, todo lo escucha, todo lo siente, todo lo expresa. Es como un oráculo insobornable, un juez implacable que desenmascara a todos sin contemplaciones. En ese sentido, nos recuerda al “Tonto de la Colina ” (“The Fool on the Hill”), el tema de The Beatles, con ese personaje que todos creen imbécil, siendo que resulta el más sabio y omnisciente.
La labor actoral de esta atrapante comedia dramática es muy homogénea. Destacamos, sin embargo, dos interpretaciones descomunales. La madre que compone Lide Uranga es sencillamente exquisita. Minimalista, sutil, contenida, tierna, su “Matilde” destila verdad por todos los poros. Sabe y calla mucho más de lo que dice. El vínculo con su hijo es entrañable.
¿Y qué decir de la extraordinaria interpretación de Julián Paz Figueiras? Su Beto parece un niño inocente, ingenuo, y a la vez feroz a la hora de vociferar verdades. Su lenguaje corporal, sus gestos, sus miradas, sus tonos, sus pausas, todo es un imán que impide sacarle los ojos de encima. Un “capo lavoro”.
La puesta de Nelson Valente es ascética, despojada, austera. Nada distrae. Va construyendo un clima exasperante, pero tiene la habilidad de distender de a ratos con acertadas pinceladas de humor.
“El loco y la camisa”: una propuesta imperdible. Del “off” al “on”, a fuerza de tesón, audacia y talento.