Vi y escuché a Marcos Gómez, padre de Kim, la niña asesinada por dos delincuentes menores de edad, y quedé impactada por su entereza, su sentido común y su claridad meridiana. “Soy un tipo común, loco”, decía una y otra vez. Pero no lo es. Marcos es un enorme ser humano que, a pesar del inconmensurable dolor que está atravesando, es capaz de reflexionar sobre la vida del pibe de 14 –uno de los criminales– cuyos padres están presos y él, a la deriva, sin nadie que vele por su educación ni por su contención. Y no es que Marcos no sienta bronca por lo que le hicieron a su hija, pero –sobreponiéndose a ese lógico sentimiento– también entiende que mientras el Estado no se ocupe de esos chicos abandonados, habrá muchas más Kim. ¡Cuánta grandeza, Marcos! Tu hija debe estar muy orgullosa de vos. Y ojalá la ley que finalmente baje la edad de inimputabilidad lleve el nombre de tu nena, “ley Kim Gómez”. Que ése sea su legado.

Diario La Nación, Carta de la Semana, 9/03/2025

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