“El Huésped R.A.S.”: escrita y dirigida por Gustavo Vallejos. Actuación: Jorge Demarco (Compañía Devenir). Ambientación escenográfica: Vallejos-Demarco. Puesta en escena: Vallejos-Demarco. Musicalización: Gustavo Vallejos. Fotografía: Laura Nufrio. Compaginación musical y asistencia de dirección: Olga Barreiro. Espacio 44, Avda. 44 entre 4 y 5. Domingos 20.
“Ricardo Arístides Segovia” es un buscavidas. Uno de tantos argentinos que-a diferencia de sus abuelos que vinieron a “hacerse la América”- huyeron de la malaria económica hacia el viejo continente, a fin de “hacerse la Europa”. Este “hombre orquesta” hizo de todo. Fue canillita, vendedor de chipá, de choripanes, bailarín de tango amateur, lavacopas, mozo, adivino, mago callejero, lo que venga con tal de sobrevivir.
Han pasado ya 35 años de exilio voluntario. El personaje, imbuido de nostalgia y melancolía, repasa su vida: las idas a la cancha con su padre, sus épocas de estudiante universitario, una novia que dejó huella, todo un bagaje de recuerdos que permanecen intactos, a pesar de los caminos recorridos.
Un reloj de arena marca el implacable paso del tiempo, ese tiempo irrecuperable que se abalanza hacia un futuro incierto, tan incierto como el presente de este eterno vagabundo, de este trotamundos, paradójicamente “preso de sus ínfulas de libertad”.
El tono de este monólogo es casi confesional. Todo huele a ceremonia, a rito, a solemnidad, salvo cuando el personaje convida mate a los espectadores, o comparte con ellos risueñas anécdotas de juventud.
Ricardo Arístides Segovia (R.A.S.) es el típico farabute, el chanta, el embustero (como él mismo se define). El vivillo, el bromista, el entrador, el muchacho de barrio, el eterno inconformista. El tipo que echa las culpas afuera, que delega responsabilidades, y se deja llevar por el azar, por los vientos que soplen adonde lo lleven. Un forastero que siempre está volviendo. Al fin y al cabo, parece decir el autor, la vida misma es un largo viaje, con destino incierto, y el tiempo, nuestro aliado o enemigo.
Muy convincente trabajo actoral de Jorge Demarco, en una pieza tal vez demasiado discursiva, muy instalada en la palabra, que se vería enriquecida con una puesta más dinámica en cuanto a las acciones y alternancia de climas.
“El Huésped R.A.S.”: un viajero que nunca abandonó su terruño.