
Libro: Yasmina Reza. Traducción: Gonzalo Garcés. Intérpretes y dirección: Inés Estevez, Germán Palacios. Vestuario: Romina Giangreco. Escenografía: Ariel Vaccaro. Iluminación: Ricardo Sica. Teatro Municipal Coliseo Podestá, La Plata.
Un hombre y una mujer comparten un viaje en tren desde París a Frankfurt. Él es un prestigioso escritor, ella una ávida lectora de toda su obra. Obviamente, ella –Marta- sabe quién es su compañero de camarote. En cambio, para él –Pablo- ella es una perfecta desconocida.
Así está planteada la obra de Yasmina Reza (“Art”): lo que el espectador ve y escucha es lo que sucede en la cabeza de ambos personajes, dos monólogos interiores en los que cada uno expresa lo que piensa y siente sobre su vida, sus expectativas, sus planes, su presente y su pasado. Lo que transcurre en la mente de Marta está lógicamente ligado a la magnética presencia de ese hombre tan admirado (tal vez sobrevalorado). En cambio, Pablo parece sumergido en un laberinto caótico, en el que se mezclan inseguridades, amarguras, bronca con ciertas personas de su entorno. Tan inmerso está en su propio mundo, que casi no percibe la presencia de alguien más.
Afortunadamente, nuestros pensamientos no están subtitulados, de modo que podemos dar rienda suelta a las ideas más alocadas y políticamente incorrectas, sin que nadie las perciba. Eso es lo que hace Marta (Inés Estévez), que no sabe cómo llamar la atención de ese apuesto caballero sin sentirse “regalada” o imprudente. Marta acaba de perder a un amigo del alma, Sergio, y está vulnerable, frágil, necesitando contención. Pablo (Germán Palacios) también se encuentra en un punto de inflexión de su vida. Cree que “El hombre inesperado”, su último libro, marcará el fin de su carrera. Ése es precisamente el libro que Marta está leyendo, que oficiará como disparador de un diálogo entre ambos.
Durante el transcurso de la obra, el público desea fervientemente que ese encuentro se materialice, que esos dos náufragos se conecten y se ayuden mutuamente. Pero ese ansiado (y promisorio) acercamiento se hace esperar.
Destacamos los sutiles y variados matices con los que Inés Estévez interpreta a su querible Marta. Se la ve pícara, audaz, seductora, casi adolescente, en sus denodados esfuerzos por tender un puente entre ella y el ensimismado escritor. Hilarante la escena de su breve borrachera. Germán Palacios, por su parte, compone un personaje distante, un tanto neurótico y egocéntrico, más proclive a fantasear historias que a conectarse con la realidad circundante. Una nota de color: sorprendió con sumo agrado el comienzo de obra con Palacios sentado al piano.
La obra de Yasmina Reza no es fácil ni complaciente en ningún sentido. El texto es complejo y demanda una constante atención por parte del espectador, ya que casi todo está puesto en la palabra y poco en las acciones. Un verdadero desafío para elenco y platea, del que todos salimos airosos. Chapeau!