Sergio Amadeo De Cecco (1931-1986), se inició a los dieciocho años como libretista radiofónico y titiritero. En la década del ’50 empezó a escribir teatro, siendo “El reñidero” (1962) la pieza que lo lanzó a la fama, y lo integró a la generación realista del ’60. Su segundo gran éxito fue “El gran deschave” (1975), escrita en colaboración con Armando Chulak, galardonada por Argentores como la mejor obra en su género de ese año, y en 1977 con el Premio Estrella de Mar. Después de tres temporadas en cartel, se llevó a España, México y Río de Janeiro.
“El gran deschave” desnuda las hipocresías y mentiras que sustentan las relaciones interpersonales. A través del humor negro, el sarcasmo y la ironía, De Cecco resalta las frustraciones, los prejuicios, las represiones y falsedades que inevitablemente rigen nuestra conducta habitual.
El disparador que desata el conflicto de la pareja compuesta por “Susana” (Roxana Giorno) y “Jorgito” (Fabián Martín) es la rotura del televisor. Traspolada a esta época, lo equivalente sería quedarse sin electricidad, sin internet o sin celular; léase: chupetes electrónicos modernos. El riesgo de semejante inconveniente es tomar conciencia que el tedio, la monotonía, el aburrimiento, han minado los cimientos de una relación que se mantiene por inercia, a fuerza de distracciones, de embotamiento, de anestesiar las emociones, adormecerlas, a fin de no bucear a fondo.
Gabriel Ade adaptó el texto original, subrayando el humor que contiene la pieza, sin minimizar el conflicto existencial subyacente. Criterio acertado que descomprime la tensión imperante. En ese sentido, la madre de “Jorgito”, interpretada por Marina Moiso, y la vecina chusma, “Doña Robustiana” (Marta Erbetta), proporcionan oportunos e hilarantes recreos.
Hay un quinto personaje, “Martinucci” (Hugo Muldon), el típico “garca”, socio y supuesto amigo de Jorgito, que no duda en engatusarlo y explotarlo. Lograda caracterización.
Roxana Giorno y Fabián Martín se sacan chispas en el escenario. Hay muy buena química entre ellos. Pasan de la seducción, del juego, a la agresión en contados segundos. Los personajes se vomitan sin tapujos, sin eufemismos, lo que vienen guardando hace años. Llega un momento en que se caen las máscaras, las caretas. Pero ese momento es breve, no alcanza para salir de la zona de confort, aunque se trate de una zona de infelicidad crónica.
Gabriel Ade imprime ritmo a la dirección actoral, de modo que el público (que agotó localidades en las sucesivas funciones) se ríe, se entretiene y a la vez se impacta por la crudeza del planteo.
La Compañía de teatro “La Señal” brindará la última función del año de “El gran deschave” el viernes 29 de noviembre a las 21hs. en “Escenario 40”, calle 40 entre 18 y 19.