Lo que caracteriza a las propuestas de la compañía teatral “El Esférico” a lo largo de sus primeros 20 años de ininterrumpida y prolífica labor, es animársele a los clásicos, con igual nivel de desparpajo y creatividad. Al hacerlo, al desacralizarlos y desempolvarlos, les restan solemnidad y los vuelven accesibles y atractivos a públicos jóvenes. Diría que es ésta su marca registrada, su sello particularísimo.
En “Proyecto Shakespeare” (La Mercería Teatro), vuelven a abordar la inmortal obra del Bardo de Avon, adaptando dos de sus tragedias, “Hamlet” y “Romeo y Julieta”, situando la primera en “La Feliz”, y la segunda en la República de Córdoba. Convengamos que los temas que abordó William – amor, odio, traición, ambición, celos, venganza- siguen siendo la materia prima de la vida misma. De modo que nunca pasan de moda ni pierden vigencia.
“El Esférico” siempre encara sus puestas como un juego, nada menos que el juego teatral. En “Proyecto Shakespeare” se ve a una compañía en pleno ensayo. Es teatro dentro del teatro. Y lo más interesante es ver a la actriz (Milagros Larralde) y a los actores (Emilio Berasain, Martín Eliseo Mendivil, Joaquín Merones) entrar y salir de sus personajes, padeciendo en carne propia las mismas pasiones, sentimientos y contradicciones de los personajes shakespirianos. Citando al autor isabelino: “El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores, tienen sus salidas y sus entradas; y un hombre puede representar muchos papeles.”
El espectáculo es fresco, divertido, ágil, dinámico. La puesta, deliberadamente minimalista. Muy pocos elementos que se convierten en espadas, iglesia, balcón, metamorfosis a cargo de la atenta mirada del espectador.
La dramaturgia y dirección estuvo a cargo de Nicolás Blandi, lo cual planteó un desafío para la compañía, acostumbrada a gestar su propia dramaturgia. Salir de la zona de confort es animarse a crecer y evolucionar. ¡Chapeau!