No nos sorprende Mauricio Dayub. Ya habíamos disfrutado de otros trabajos suyos: “El Amateur” y ese récord taquillero, “Toc, toc”. Dayub es un “animal de teatro”, uno de esos actores versátiles, que nunca se encasillan, nunca se estereotipan; actores capaces de abordar todos los géneros con solvencia y flexibilidad. Su paleta de recursos es notable. Su cuerpo y su voz: instrumentos afinados puestos al servicio de la interpretación. Un actor de raza, de prepotencia de trabajo, en las antípodas de las fugaces figuritas mediáticas.
Lo que más me atrajo de “El Equilibrista” fue su puesta en escena. Gran trabajo del director César Brie. Alejado de cualquier sofisticación tecnológica, el actor/personaje, con contados elementos, arma y desarma las sucesivas escenas, resignificando los objetos según la ocasión. Se transforma así en un ilusionista, que construye ámbitos como por arte de magia: una casa de remates, una playa, una discoteca, un pueblito, un banquete, cambiando asimismo su atuendo y su aspecto físico casi imperceptiblemente, capturando la inclaudicable atención de una platea colmada en el Teatro Coliseo Podestá platense.
La historia (escrita por el propio actor, en colaboración con Mariano Saba y Patricio Abadi) es entrañable. El relato, autobiográfico. Los abuelos de Dayub, como muchos de los nuestros, vienen “de los barcos”, de modo que sus personajes (padre, tíos, abuela, etc) resultan muy familiares y reconocibles. El actor cambia su voz, su vestuario, su actitud física, y hasta el idioma, para componer cada uno de ellos. De modo que el escenario se puebla de seres.
“El Equilibrista” logra entretener, sorprender, divertir y emocionar. ¿Qué más se le puede pedir a un espectáculo? Descontamos que será un nuevo éxito de taquilla para este actor todo terreno. Chapeau!