Hace muchos años asistí a un Congreso Internacional de Derechos de Autor en Asunción, Paraguay. Me hospedé en un lindo hotel. Al entrar a mi habitación noté que además de la cama había una cunita de roble. Le comenté al botones que había pedido una habitación individual y no necesitaba la cuna, a lo que él respondió que había una en todas las habitaciones. “¿Por qué?”, le pregunté. “Por la gente que viene a buscar bebés”, respondió, como si se tratase de algo habitual y cotidiano. Hoy nos rasgamos las vestiduras por la “desaparición” de Loan, y si bien hay que esperar el resultado de las investigaciones para esclarecer totalmente el hecho, todos sabemos que la venta y compra de bebés en nuestro país y países limítrofes es un viejísimo modus operandi de oscuras organizaciones amparadas por el poder de turno.
¡Cuánta hipocresía! No hay peor ciego que el que no quiere ver…
Diario La Nación, 29/06/2024