Tras sortear el piquete instalado desde hace días en Avda.13, frente a Tribunales, tomo 47, a riguroso pie, y veo que también esta calle está cortada en la intersección con 12, por un policía en bicicleta.
Me acerco y le pregunto: “Dígame, señor: ¿quién defiende los derechos de los ciudadanos que queremos circular libremente?”, a lo que me responde con otra pregunta: “Y Ud., ¿qué pretende que hagamos?”, “Que impidan los cortes de calles”, contesto. “Sabe lo que pasa, señora”, esboza el uniformado, “Si hacemos lo que ud. pide, a nosotros no nos defiende nadie, y terminamos siendo los malos de la película. ¿Me entiende?”, me pregunta, mirándome a los ojos. “Sí, lo entiendo”, le digo, y sigo caminando por la 47, sin más argumentos.
Me acerco y le pregunto: “Dígame, señor: ¿quién defiende los derechos de los ciudadanos que queremos circular libremente?”, a lo que me responde con otra pregunta: “Y Ud., ¿qué pretende que hagamos?”, “Que impidan los cortes de calles”, contesto. “Sabe lo que pasa, señora”, esboza el uniformado, “Si hacemos lo que ud. pide, a nosotros no nos defiende nadie, y terminamos siendo los malos de la película. ¿Me entiende?”, me pregunta, mirándome a los ojos. “Sí, lo entiendo”, le digo, y sigo caminando por la 47, sin más argumentos.