El diputado salteño Juan Ameri que apareció en vivo “con las manos en la masa” trató de justificarse por los medios, supuestamente apesadumbrado, oscureciendo ostensiblemente a medida que intentaba aclarar. Dijo que sólo renunciaría a su cargo si se lo exigían. Ameri no sólo carece de vergüenza, sino también de dignidad. De sólo pensar el sueldo que cobra este “señor” y compararlo con mi jubilación mínima, se me sube la presión. Esto, más la “sarasa” del ministro de Economía, hablan a las claras del respeto que nosotros, los ciudadanos de a pie, les merecemos a nuestros funcionarios, que son -no lo olvidemos- nuestros empleados.
Publicado en Clarín.