La expresión “con las manos atadas” puede interpretarse figurativa o literalmente. En la comedia dramática de la guionista, escritora y dramaturga Claudia Piñeiro, ambos significados son aplicables.
La acción de la obra transcurre en una escribanía que acaba de sufrir un asalto. Tal vez la palabra “acción” no sea la más apropiada en este caso, ya que los dos personajes, “Elena” y “Gutiérrez”, están atados, espalda contra espalda, durante toda la pieza. Y ése, creo, es el principal desafío de esta excelente dupla actoral, cuyos movimientos se ven limitados y constreñidos desde el vamos. Tanto Mariana Arrupe, (Elena, la escribana), como Mario Mahler, (Gutiérrez, el fiel empleado), superan ampliamente ese desafío y logran capturar la atención del espectador, a pesar de su casi absoluta inmovilidad. Mérito asimismo de la directora Sara Mon, que pone el foco en el rico texto de Piñeiro y en subrayar las sutiles transiciones que experimentan y atraviesan sus personajes a medida que pasan esas horas de oscuridad, encierro, cautiverio y confesiones.
Elena y Gutiérrez son dos solitarios, ligados sólo por una fría relación laboral. Esta situación límite, esta convivencia obligada, destapa secretos inesperados que modificarán profundamente ese vínculo. Nada será igual cuando alguien llegue a la Escribanía a la mañana siguiente y los desate. O tal vez sí. El final abierto de “Con las manos atadas” permite que el espectador imagine cómo seguirá esa historia.
La música original y efectos sonoros de Osvaldo Aguilar y la puesta de luces de Nahuel López, enriquecen la deliberadamente despojada puesta de Sara Mon, quien cuenta con la asistencia de Rocío Bari, y la asistencia técnica de Carolina Simonetti.
Muy recomendable propuesta local, que se puede ver los viernes a las 20.30 en Espacio 44, Avda 44 entre 4 y 5, La Plata. Entradas por Alternativa Teatral.