“¿Pelotón de fusilamiento mediático-judicial?” “¿Intento de proscripción?” “Esto no es un juicio, es una farsa, un circo” “¿Persecución política?” “¿Acusaciones sin pruebas?” Llama poderosamente la atención la reacción desmedida de la Vice Presidenta y sus acólitos ante el fallo del Fiscal Luciani. Suena a sobreactuación, con escaso sustento. La Dra tiene a su disposición un nutrido equipo de abogados que deberán demostrar la supuesta falsedad de los cargos que se le imputan. Ella tuvo ocasión de hacerlo por sí misma, pero prefirió dar un portazo muy teatral, con la recordada frase “A mí me absolvió la Historia, y a Ustedes (el tribunal) los condenará”. Cristina habla como una emperatriz, una monarca todopoderosa a quienes todos deben rendir pleitesía y satisfacer sus caprichos. Lo curioso es que cuente con tantos fieles seguidores, aún hoy, a pesar de todo. A pesar del fracaso de la gestión del gobierno cuya fórmula integra. A pesar de la pobreza, la inflación, la inseguridad, la fuga de jóvenes, el desánimo generalizado. ¿Realmente creen quienes la apoyan en su inocencia o lo hacen por conveniencia, para no quedarse afuera? ¿Cuál es el próximo paso? ¿Dar de baja el Poder Judicial y reemplazarlo por un tribunal kirchnerista que indulte a todos los que se enriquecieron robándole al Estado? ¿O se vendrá el indulto del propio Presidente? Todo es posible en medio de esta anomia en la que apenas sobrevivimos los argentinos. Lo más preocupante es que la independencia de poderes está en juego. La mismísima República está en peligro.
Diario Clarín, 25/8/22