Ser espectadora de un “Ballroom” por primera vez es una experiencia muy movilizadora, literalmente un antes y un después. No sólo por la esmerada producción, la belleza estética, la explosión de colores, la energía arrolladora de protagonistas y público, sino por el mensaje de desprejuicio, integración, libertad e igualdad que conlleva. Me desasno recurriendo a Wikipedia para entender de qué se trata “la cultura Ball”:
“La cultura ball (también conocida como cultura del ball drag, la comunidad house-ballroom, la escena del ballroom, la cultura del ballroom o términos similares) describe una subcultura LGBTQ+ clandestina de jóvenes afroestadounidenses y latinos que se originó en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. A fines del siglo XIX, los miembros de la comunidad clandestina LGBTQ+ en las grandes ciudades comenzaron a organizar sus propios bailes de máscaras de travestismo, tanto en oposición a las leyes que prohibían a las personas usar ropa asociada con el género opuesto como a los bailes de travestismo anteriores que, aunque integrados racialmente para los participantes, generalmente fueron dirigidos y juzgados por personas blancas.
Los asistentes bailan, hacen vogue, caminan, posan, actúan, sincronizan los labios y modelan en numerosas categorías de competencia de drag y performance para trofeos y premios. Muchos participantes en la cultura ball también pertenecen a grupos conocidos como «casas», donde familias elegidas de amigos viven juntas en hogares, formando relaciones y comunidades separadas de sus familias de origen, de las que pueden estar alejados”.
Esto es lo que vi en el maravilloso Teatro Margarita Xirgu (CABA) el sábado 25/2, ámbito clásico y tradicional que contrastó llamativamente con tan audaz propuesta. Un ballroom de “House of Banks”, en cuya organización participó “Fium Producciones” Destaco la versatilidad de la Maestra de Ceremonias, Pantera Juicy Couture, con su incesante fraseo en el difícil rol de «Chanter».
Disfrutamos de una manifestación artística que abre espacios a talentos que se vieron privados históricamente de mostrarse sin pudor, y ahora lo hacen orgullosa y ruidosamente, reivindicándose y empoderándose como nunca antes. Chapeau!
Foto: Mario Peredo