El dato más saliente de la temporada teatral 2012 en nuestra ciudad, fue la cantidad considerable de espectáculos unipersonales que se ofrecieron en distintas salas. Dos imitadores de lujo en el Teatro Municipal Coliseo Podestá: Martín Bossi, “El Impostor Apasionado”, un maestro del género, y Ariel Tarico, con su “Multipersonal”, joven talentoso con promisorio futuro. En el mismo escenario, Betiana Blum divirtió y conmovió en “Más liviano que el aire”, mientras que Pepe Cibrián Campoy mostró una faceta distinta en “Marica”, crudo y visceral diálogo de García Lorca con su verdugo, en una puesta despojada y austera. El “Pelado” López, en cambio, decepcionó con “El trabajo que me dio no trabajar”, una presentación para el olvido. En el Teatro “La Nonna”, Gabriel Rolón, remedando a Woody Allen, nos invitó a dar un muy placentero paseo musical en “Medianoche en Buenos Aires”, excelentemente acompañado por la violinista Teresa Castillo, y el pianista y arreglador Federico Mizrahi. Por su parte, Iliana Calabró le puso el cuerpo a “Mi hijo, mi mamá y mi cocina”, sin lograr que la obra del Chino Volpato levantara vuelo, a pesar de las indiscutibles dotes histriónicas de la actriz. En el Cine Victoria de Berisso, Dady Brieva cautivó con su “Dadyman”, un racconto autobiográfico que suscitó la inmediata empatía y complicidad del público. En la renovada y hermosa sala del Teatro Luz y Fuerza, Roberto Pettinato, fiel a su estilo desfachatado y repentista, estandapeó con su “Me quiero portar bien”, dando claras muestras de todo lo contrario.
También hubo espectáculos musicales. “Las Amaro” embriagaron con su “Coctel de Cocottes”, servido en la Sala 420. Hernán Piquin (Coliseo) se metió en la piel de Freddie Mercury, corporizando el espíritu de la Reina. El producto Cibrian-Mahler “Excalibur”, no estuvo a la altura de sus producciones anteriores. Un grupo de jóvenes alumnos del “Centro de Arte Crisoles” montó “Jekyll & Hyde: Angel y demonio”, muy buenas voces y excelente vestuario. Alejandro Hirsch concretó el sueño del “Mameloshn II”, en la Sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino, emotivo recital de canciones en idisch, con grandes artistas invitados.
Varias obras dramáticas y comedias dramáticas destacables. En el Coliseo Podestá: “El Precio”, un clásico de Arthur Miller, con la dupla Arturo Puig-Selva Alemán, vigente pintura del espejismo del sueño americano. Rodrigo de la Serna y Joaquín Furriel protagonizaron un verdadero “tour de force” en “Lluvia constante”, la pieza de Keith Huff. Lito Cruz y Alejo Ortiz protagonizaron la enigmática “Hombre mirando al sudeste”, versión teatral del film de Eliseo Subiela, quien también aquí se hizo cargo de la dirección. Muscari trajo una versión de “Vidas privadas”, de Noel Coward, con Miguel Angel Rodríguez y Georgina Barbarrosa, que resultó deslucida y poco interesante. El prolífico Manuel González Gil ofreció “Los 39 escalones”, maratónico thriller en el que se lucieron Fabián Gianola y Nicolás Scarpino.
Una profunda obra de texto en “La Nonna”, “La Mujer Justa”, de Sándor Márai, con Graciela Dufau, Arturo Bonin Andrea Bonelli y Hugo Urquijo: “ménage à trois” en la que todos pierden. En la misma sala, Laura Azcurra, Celeste García Satur y Victoria Onetto, presentaron “Postparto”, necesaria reflexión acerca de los claroscuros de la maternidad.
La “Companhia do Chapitó”, de Lisboa, Porugal, ofreció una deslumbrante y original versión de “Edipo” (Sala 420), teatro en estado puro. Ahí mismo vimos “Marathon”, de Ricardo Monti, descarnada metáfora del sinsentido de la vida. Otro autor nacional en la Sala Armando Discépolo: Roberto “Tito” Cossa en “La Nona”, dirigida por Norberto Barruti: feroz analogía de la decadencia y degradación moral de la sociedad, ilustrada en el derrumbe de una familia.
El Grupo de Teatro del Colegio de Abogados, dirigido por Roberto Conte, y cumpliendo ya 30 años de ininterrumpida labor, abordó un clásico de Molière, “Tartufo”, divertida sátira que desnuda la hipocresía y doble moral de ciertos personajes públicos.
En cuanto a los infantiles, una propuesta original de “La Terraza Teatro” en “La Lechuza”: “Yo animé”, escrita y dirigida por Diego Biancotto; imagen y sonido que reemplazan al lenguaje verbal, obligando al espectador a ir armando la trama. En la Sala Discépolo, “La fabulosa historia de Antón Pirulero”, otra muestra de calidad de la eficaz dupla Gastón Marioni-Tato Finocchi, con un elenco impecable y una notable producción de la Comedia de la Provincia. Y en la flamante sala de “El Bombín”, “La Bella y la Bestia”, por la Compañía Teatral Infantil Capitán Piluso, dirigidos por Belisario Román.
Miguel Di Benedetto, director del “Elenco Inestable Expres-Arte”, integrado por internas de la Unidad 33 de Los Hornos, repasó la historia del teatro en el Liceo Victor Mercante, desde los griegos hasta nuestros días, subrayando con esta valiosa y encomiable propuesta, el rol del teatro como instrumento de sanación y liberación, que derriba prejuicios y barrotes.
Dos queridas figuras platenses partieron este año casi juntos, con proa a mares desconocidos, seguramente a bordo del “Maluco”: su constructor, Quico, “el gallego”, García, y su fiel Capitán, Martín Dhroso. Se los va a extrañar.