Es poco frecuente salir de ver una obra de teatro y sentir que todo estuvo bien. Y por todo, me refiero a la historia que se cuenta, la puesta en escena, la dirección actoral, la interpretación, la música, la iluminación, la escenografía, el vestuario. Esa sensación tuve al salir de Teatro Estudio (La Plata) tras haber visto “AKA (Also Known As –También conocido como) el domingo 3 de septiembre.
Lucas Pose es un actor todo terreno que literalmente quita el aliento. Posee una ductilidad corporal, gestual y vocal asombrosa. Además es músico. En el espectáculo toca la guitarra, canta, rapea, baila, salta, capturando la atención del espectador de principio a fin. Su personaje es “Carlos”, un adolescente que vive con sus padres adoptivos desde sus 3 años. Con el correr de la trama, nos enteramos que esa adopción no fue del todo legal, y poco se sabe sobre su familia de origen. Así descubrimos que Carlos es boliviano, detalle nada menor para entender los episodios de discriminación y persecución que cambiarán su vida para siempre, tras su encuentro sexual con “Vicky”, una rubia “cheta” que conoce en Tinder y de quien el joven se enamora perdidamente.
El actor se multiplica en muchos otros personajes: su madre, su padre, sus amigos, su psicóloga, Vicky, la prima de Vicky, varios abogados, el juez, de modo tal que la escena se puebla de otras personas sin que realmente estén ahí.
La transición de su personaje de ingenuo adolescente a hombre curtido tras la experiencia traumática que debe atravesar, es otra perlita de la interpretación de Pose.
El ritmo de la impactante puesta en escena de Gastón Marioni no da respiro. Es una compleja coreografía. Logra generar tonos bien contrastantes. Durante la primera mitad de la obra, el clima es liviano, luminoso, hasta divertido. Luego todo se oscurece y se vuelve ominoso, crudo, trágico. Los tres músicos en escena, Salvador Pecelis, Agustín Painefil y Facundo Biderbost, interactúan todo el tiempo con “Carlos”; son sus interlocutores y sus co-protagonistas esenciales.
Cabe destacar el enorme trabajo de adaptación que Marioni hizo de la obra original de Daniel Meyer, el dramaturgo argentino que vive en Barcelona, ciudad en la que estrenó “AKA” en 2016.
“AKA” es una obra necesaria, imperdible, que aborda el tema de la identidad, la xenofobia y el racismo, sin caer en el panfleto ni en el sermón. Recomiendo que no se pierdan la última función el domingo 10 de septiembre a las 20 hs. en Teatro Estudio, calle 3 entre 39 y 40, La Plata. No se van a arrepentir.