-¡Guau, Lidia! ¡Qué lukete! ¿Cómo serás cuando madures, amiga? ¿Qué se te dio por el verde?
-¿Cómo qué se me dio? Desde el miércoles tengo puesta la misma ropa. Me pasé toda la noche en la Plaza de los dos Congresos, con una banda de amigas.
-¿Te diste la antigripal? Mirá que estamos mayorcitas como para pasar la noche a la intemperie, amiga. Ojalá no te agarre una gripe con complicaciones.
-Tocáte la izquierda. Igual, te digo algo: me enfermaría con gusto. Sarna con gusto no pica y calavera no chilla. Ni se imaginan la emoción que fue estar entre tanta gente joven, apoyando lo que a mí me parece una causa justa.
-No te quiero pichar el globo, Lidia, pero no cantes victoria. Mirá que falta la otra media sanción del Senado.
-Ya lo sé, pero es un muy buen primer paso, ¿o no?
-No sé qué decirte, amiga. Tengo sentimientos encontrados al respecto.
-¿Sabés por qué? Porque nosotras pertenecemos a la generación del ocultamiento, de barrer la basura debajo de la alfombra, de mirar para otro lado y hacernos las distraídas y desentendidas con ciertos temas. Hacíamos de cuenta que no existían.
-Irma tiene razón, Lidia. Nuestras pobres viejas se bancaban los cuernos, por ejemplo, sin chistar. Nuestros viejos, en cambio, tenían “permitidos” a rolete. Eso sí: se mantenía la imagen de Familia Ingalls para el afuera, aunque durmieran en cuartos separados. Mucha hipocresía, mucho doble discurso, mucha moralina de utilería, mucha careteada.
-Tampoco se hablaba de homosexualidad. Era un tema tabú. ¿Cuántas lesbianas y gays conocemos que cumplieron con el mandato familiar y social de armar una familia “tradicional”, desoyendo su verdadero deseo, traicionándose a si mismos?
-Y hasta se vivía con vergüenza tener un hijo con alguna discapacidad.
-¿Y a cuántas mujeres conocemos en nuestro círculo que han abortado? No se han muerto, claro, no nos hemos muerto, porque teníamos guita y contactos para hacerlo con cuidado, pero siempre sintiendo que cometíamos un delito. A escondidas. Un horror.
-Piensen que no fue hace mucho, en términos históricos, que las mujeres empezamos a votar. Ayer nomás. Y ahora, no nos para nadie. Pisamos fuerte.
-Cuando nosotras éramos jóvenes, chicas, era impensado que una de nosotras dijera abiertamente que no quería tener hijos. Te crucificaban.
-Pero ahora tenemos la suerte de ser testigos de esta revolución, Un privilegio.
-No sólo testigos, nena. Partícipes activas. No está muerto quien pelea, como dice Martín Fierro.
-Lo cierto es que el partido peleado que se jugó en Diputados, opacó el arranque del Mundial, lo cual habla bien de nosotros como sociedad.
-Hablando de nuestros “representantes”, hubo algunos discursos lamentables, chicas. ¿No se les toma examen de ingreso a esos chabones?
-Entre cómicos y grotescos. El pez por la boca muere, y los diputados también.
-Como el de Alfredo Olmedo. ¡Qué Yosapa Amarillo!
-El que lo pasó mal es el Gran Yosapa Amarillo del País del Norte. “Fuck Trump”, le dedicó Robert de Niro en la entrega de los Premios Tony, y fue ovacionado por el público. Si antes lo admiraba a ese actorazo, ahora lo amo.
-Chicas, hoy brindemos con algo verde. ¡Mozo! ¡Licor de menta con speed para todas! ¡Chin, chin!