-¡Ay, chicas! ¡Lo que hubiera dado por ir a la Royal Wedding!
-¿Qué es eso? ¿Una marca de gelatina, Leti?
-¡La Boda Real, Susy! El Príncipe Harry se casó. ¿No te enteraste?
-¿El colorado sentó cabeza? ¡No lo puedo creer! Es un picaflor.
-Era. Ahora lo cazaron. Y nada menos que una actriz norteamericana.
-No sólo eso, chicas. Meghan es divorciada, hija de una señora afroamericana, descendiente de esclavos. ¿Pueden creerlo?
-¿O sea que tal vez tengan un Principito o Princesita negro? Sería un escándalo para la Realeza.
-Mirá, Susy. Nadie nunca imaginó que los Estados Unidos pudiera tener un presidente negro, y ahí lo tenés a Obama. Los tiempos cambian. Por suerte.
-Y la Reina Madre, que tiene como ocho mil años, ¿habrá aprobado la boda?
-No creo, pero se la tuvo que comer con escones y “five o´clock tea”.
-Es casi un homenaje a su mamá, ¿no? Porque Diana era del pueblo, y la amaban.
-La que estuvo genial fue la esposa del hermano, que repitió vestido. Es todo un gesto de austeridad. Porque convengamos que tanta ostentación es grasa.
-La que me hartó, chicas, es Matilda, la supuesta especialista en moda, criticando el atuendo de los invitados, como si supiera. Una especie de “Fashion Police” outlet.
-Yo fascinada con los “fascinators”. ¡Qué variedad de sombreros y tocados! Lástima que acá no se usen, ¿no? Podríamos volver a imponerlos. Son requetechic.
-Hubo una pareja argentina entre los invitados. Recontratop. El polista Ignacio “Nacho” Figueras, y su mujer, la bella Delfina Blaquier.
-Con plata, somos todas bellas, Leti.
-Nacho es amigo del Principito. Y Harry también invitó a todas sus ex, ¿sabían?
-¿Por qué será que nos gusta tanto ver esos mega eventos? Son casi como un culebrón, una mega producción. Es como estar viendo la Red Carpet de los Oscar.
-Y, sí. Estaban re elegantes los argentos. Nos hicieron quedar como los dioses.
-Los que van a estar elegantes son los jugadores de la Selección, ahora que se sumó Armani. ¡Qué buena incorporación!
-Este no es Giorgio, burra. No entendés nada vos. Es Franco, el arquero.
-¡Qué pena! Me había ilusionado.
-Disculpáme la interrupción, Susy. ¿El auto que está estacionado en la esquina, es el tuyo?
-Sí, ¿por?
-No te quiero alarmar, pero hay un tipo adentro, en el asiento del acompañanta.
-Ah, no te preocupes. Es un muñeco inflable. Le copié la idea a la hermana de la Xipolitakis. ¿Vieron que la afanaron?
-¿Y vos pensás que eso es garantía de que no te afanen? No se lo ve muy natural al coso ése. Muy durito …
-Algo es algo. Peor es nada. Además me sirve de compañía. Lo siento en el futón del living, al lado mío, y vemos tele juntos.
-Vos estás peor de lo que pensábamos, amiga. ¿Te lo llevás a la cama también?
-No. A la noche lo desinflo. Tengo miedo que la gata me lo pinche.
-“No seré feliz, pero tengo muñeco”. Podrías armar un monólogo, a lo Linda Peretz.
-Chicas, me sobró un vagón de locro del 25. Les traje tapercitos.
-¡Qué ricorrrr! Esto amerita un brindis.
Todas fascinadas con los “Fascinat
-Hoy como ayer, amigas, “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Por la Patria. ¡Chin, chin!