por Irene Bianchi
- Chicas, no veo la hora de ir a votar. ¿Cuánto falta?
- ¡Me extraña, araña! Justo vos, que estás siempre despotricando en contra de los políticos. No hay candidato que te venga bien, para decirlo finamente.
- Ya sé, pero esta vez es distinto, Yoli. Se va a poner divertido.
- ¿Quién te entiende, Mirta? ¡Qué veleta que sos! Cambiante como el tiempo.
- Yoli, ¿no te enteraste que este año las mesas van a ser mixtas? Hombres y mujeres mezclados, ¿me entendés? No responderán al femenino y al masculino.
- ¡Qué novedad! Ya nada responde al femenino y masculino. Hace rato.
- A lo que apunto es que es una excelente ocasión para enganchar algo, ¿o no?
- ¿Seguís con la idea fija? ¿Todavía no te diste por vencida?
- Antes muerta. Y menos hoy, con el Día de San Valentín en puertas.
- ¿Tenés la esperanza de recibir algo? Me das ternura, amiga.
- ¿Qué hay? Si no, me auto –regalo algo y listo.
- Que no es lo mismo que te regalen un auto.
- ¿Ves? Con esa actitud agreta espantás a los tipos. Hay que programarse positivamente. Tenés que pensar: «¡Soy un minón Estoy re-fuerte. Una yegua!
- ¡No! Yegua, no. Eso me decía mi último ex. Y no precisamente como un piropo.
- Todo bien con eso de acariciarte el ego, pero el espejo nos devuelve otra cosa.
- Al espejo hay que mirarse sin anteojos. Santo remedio. Te ves divina.
- ¡Qué fácil que la hacés! ¿Saben? Cuando en la calle me cruzo con alguien que no veo hace años, siempre pienso: «¡Cómo envejeció, pobre!» Y al rato me doy cuenta que esa persona estará pensando lo mismo de mí. Es patético.
- Mirá, Vero, te calzás unas gafas oscuras enormes, que tapen párpados caídos, bolsas y patas de gallo; una capelina que disimule tu rala cabellera; un foulard que oculte la papada, y una túnica larga medio hiposa, y salís como una reina.
- Sí, la Reina del Carnaval. ¡Salí!
- Hablando de eso, estoy chocha que se vuelva a festejar con todo el carnaval. ¿Se acuerdan de las murgas que armábamos de chicos? ¡Cuánta diversión!
- A mí me fascinan los nombres que les ponen: «Los Fantoches de Villa Urquiza», «Los Mimados de la Paternal», «Los alucinados de Parque Patricios», «Resaca Murguera», «La Gloriosa de Boedo», «Acalambrados de las patas», «Los malandras de Constitución». A cual más ingenioso.
- Siendo un año de elecciones, los candidatos podrían armar sus comparsas, ¿no?
- No hace falta. Ya existen varias a las que se podrían sumar por afinidad: «La Murga de los Renegados», «Hacemo’ lo que podemo'», «Ilusiones de una noche», «De paso, cañazo», «Atrevidos por costumbre», «Cachafaces», «Los colosos del delirio», «La Redoblona», «Los Desakatados», «Los Bacanes», «Los Duques del Empedrado», «Los desconocidos de siempre», «Los estrellados porteños», «No me importa lo que digan», «Viva la pepa».
- Es cierto. Hay para todos los gustos. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.
- ¿Y nosotras, chicas? ¿Por qué no armamos una buena murga?
- A ver, tiremos nombres: «Malayunta», «Las Veteranas de Tolosa».
- No. Da bajón. «Las Pizpiretas de Ringuelet», «Las Mocosas de Gonnet».
- Mejor «Las Chifladas de Meridiano V», o «Las Soñadoras de Villa Elisa».
- Yo voto por «Las Insaciables del Mondongo» o «Las Calientes de Los Hornos».
- Muy explícito, Susy. Sé más sutil. «Las Diablitas de Villa Elvira», ponéle.
- ¡A buscar los viejos lanzaperfumes! Un brindis por el Rey Momo. ¡Chin, chin!