-Chicas, ¿se acuerdan de María Elena Walsh?
-¿Cómo olvidarla, Keca? Crecimos con sus canciones, se las cantamos a nuestros hijos, y ahora a nuestros nietos. No habrá ninguna igual, como reza el tango.
-Estos días disparatados me hicieron acordar de ese texto que publicó hace unos 40 años: “Desventuras en el País Jardín de Infantes”. Eso somos, ¿vieron? No crecemos más.
-¿Lo decís por el sincericidio de Aranguren?
-De eso ya me había olvidado. Lo digo por el papelonazo del papelito de Caputo.
-¡Un bochorno! Y justo a la Cerruti, que se lo quiere morfar en dos pancitos.
-¿No será una publicidad subliminal de la Comparsa “Papelitos” de Gualeguaychú?
-¡Y delante de las cámaras! ¡Hay que ser papanata!
-Bueno, che, pero no era para tanto. Ni que la hubiera puteado a la diputada. Ni que le hubiera mandado una cartita de amor.
-¡No lo justifiques, Myrna! Fue una boludez, de aquí a la China. Innecesario. Fuera de lugar.
-Y eso que dicen que alguien “couchea” a los “Macri boys”.
-Sí. El enemigo.
-Todo fue un desfile de mamarrachos. Ni hablar de Natacha, esparciendo excrementos a diestra y siniestra. Una impresentable la ex amante de Puntita.
-Dice que está preocupada por su “seguridad”.
-Yo en su lugar estaría preocupada por su salud mental. Está chapita mal.
-¡Pobre Chiqui! Justo este año que cumple medio siglo en la tele, se come este garrón.
-Pero ella sabía quién iba y de qué iba a hablar. Se reúne con sus productores todos los martes, y acuerdan los invitados. Y conociéndola a la Jaitt, debió prever la que se le venía. Algo de responsabilidad le cabe a la Reina Madre.
-Si me faltaba algo para terminar de detestar el fútbol, es esto. Negocio inmundo.
-Era un secreto a voces, Susy. Lo que sucede es que los argentinos somos especialistas en barrer la basura debajo de la alfombra. Campeones del doble discurso. Hipocresía al palo
-Otra berretada de la semana fue la guerra Capuletos versus Montescos, ¿vieron?
-¿No me digas que están dando “Hamlet”? ¡Me muero muerta!
-No. La nueva versión devaluada es “Maradonianos” versus “Villafañistas”.
-Me tienen patilluda. Ni que fueran “Las Kardashian”. Outlet de cuarta.
-Al Diego le perdonan cualquier cosa. “¿Qué querés? ¡Es Maradona!”, te dicen.
-La culpa es nuestra. Idolatramos y llenamos programas con impresentables como él, o denunciadoras seriales como Natacha o la Suller, y ni bola a gente valiosa y solidaria, que se rompe el lomo por los demás, como Margarita Barrientos. Preferimos la escoria, el escándalo, la mugre, la caca.
-¡Y el Diego se perdió el casamiento de la Dalmita! ¡Qué picardía!
-El de la fiesta fue re-trucho. Los casó un psicólogo social, no un cura.
-No sé quién lo tiene agarrado de las tarlipes al Diego. El Jeque o Rocío.
-¡La piba! ¡Ponéle la firma!
-Ahora que decís, me acordé de Polino. ¡Pobre! Se quedó sin el programa de Gasalla.
-¡Qué pena! Hace falta un poco de humor inteligente en la tele.
-A esta altura, chicas, no sé dónde hay más mugre: si en la caja boba, en los Tribunales, en la Cámara de Diputados, la de Senadores, la Pink House, la Suprema Corte. Todo iguala para abajo últimamente. Oficialismo y oposición, se’igual. Nadie salva, diría Cerati.
-¡Estás hecha una anarquista, amiga! Cada día más contestataria. Muy Gataflora.
-Más asqueada que anarquista. Más que rodeados de viejos vinagres, como cantaba Sumo, estamos rodeados de viejos verdes, de mediocres, de inútiles para todo servicio.
-Sos un bajón. Mozo, otra ronda de birra p’ahogar las penas. Paga la quejosa. ¡Chin, chin!