Tenés razón, Lili. Antes, la franela de los primeros escarceos de una nueva gestión duraba más tiempo.
Ahora, en cambio, impuestazo, dolarazo y ajustazo sin anestesia. Todo a cara de perro.
A cara de Dylan, querrás decir.
A mí me dan vuelta y no se me cae ni una moneda, así que no me corran con los impuestos.
Me causa gracias lo de “solidaridad económica”. Siempre creí que la solidaridad era algo voluntario, de “motus proprio”, no algo impuesto a la fuerza.
El tema es que los poderosos, los que más ganan, siguen sin dar el ejemplo. No se rebajan los sueldos ni un centavo.
No sólo los sueldos. ¿Qué me cuentan de las jubilaciones de privilegio? Obscenas.
¿Se acuerdan del paso fugaz de Adolfo Rodriguez Saá por el sillón de Rivadavia?
¿Cómo olvidarlo? Una semanita fue Presidente en 2001. Y le quedó una jubilación de 300 luquitas. Muy rendidora.
Él se defiende: “Es una pensión que establece la ley”, dijo.
Debería agregar: “Y yo carezco de la dignidad para renunciar a ella.”
A mí me preocupan esas sesiones maratónicas en diputados y senadores, en las que se cocinan decretos y leyes entre gallos y medianoche.
¡Ojalá se hicieran entre gallos y medianoche! Lo peor es que se dictan entre medianoche y gallos, cuando ya están todos torrados, hartos, famélicos, con ganas de irse a la cucha.
En esas manos estamos. ¡Y lo que cobran los legisladores!
Dicen que estamos todos en el mismo bote, pero los remeros somos el pueblo, no los políticos. Ellos están cómodamente sentados, dejándose llevar.
¿Y si le mangueamos a Messi para saldar la deuda externa?
¿Por qué Messi?
Porque es el deportista que más ganó este año. 127 millones verdes.
Pero está un poquito flojo de papeles, ¿no? Me parece que se le chispotearon algunos impuestos.
Lo jodido es la deuda interna. Ésa nunca se salda.
Habría que reflotar la propuesta de Thoreau.
¿Y ése quién es? ¿Un economista?
¡No! En 1846 Henry Thoreau fue un escritor, poeta y filósofo norteamericano, que publicó un ensayo “La desobediencia civil”, y fue en cana por negarse a pagar sus impuestos.
Un genio el chabón. Decía que cualquier gobierno no debe tener más poder que el que los ciudadanos estén dispuestos a concederle.
Acá nos endulzan los oídos hasta que depositamos la papeleta en la urna, y después nos cagan de arriba de un poste.
Es como enganchar a un tipo por las redes. Te mandan la mejor foto, el autobombo más narcisista, y cuando lo conocés en persona, resulta un bofe impresentable.
¿Ustedes se dan cuenta que le estamos pisando los talones al 2020? ¿No les parece increíble haber llegado vivitas y coleando?
¡Es ciencia ficción! Ray Bradbury, un poroto.
No es que todo tiempo pasado sea mejor, chicas, pero me quedo con el siglo pasado. No teníamos celulares pero conocíamos a todos los vecinos del barrio. Nos mirábamos a los ojos, y no a través de pantallitas. Nos abrazábamos o nos puteábamos cara a cara, en lugar de “guotsapearnos” y mandarnos emoticones. Esta hiper comunicación es un bolazo.
Como sea, amigas. ¡A disfrutar del cambio de década! ¡Empoderadas y unidas! ¡Chin, chin!