¡Chicas! Ya no se puede manejar! ¡No sólo hay que ir esquivando bicis sin luces y motitos de delivery zigzaqueantes. Ahora se sumaron los “cool” que andan en patineta y en rollers. Parece la pista de autitos chocadores del Italpark.
Se te acaba de caer la cédula, Tota. O peor. La libreta cívica. El Italpark se cerró en el ’90. No podés hacer esos comentarios en público, y vestirte como una pendeja. No condice una cosa con la otra, no sé si me explico.
Mirá, Blanquita, este año nos vamos a tener que vestir con lo que tengamos a mano. Con el tema éste de las trabas a las importaciones, no llega ropa de afuera. Ni telas entran. ¿Por qué te crees que los negocios siguen liquidando?
Decímelo a mí. Que hace un mes, tengo el auto en el taller a la espera de un mísero repuesto.
Ni hablar de los restaurantes. Resulta que no hay sushi porque escasea el salmón rosado. Hasta hay espionaje gastronómico entre mozos y cocineros, para ver quién está amarrocando el pescado.¡Se viene la mafia de la merluza!
A mí me benefició el operativo “cerrojo” del simpático y dicharachero Moreno. Resulta que se me quemó la plancha, y no consigo una nueva. Tengo la excusa ideal para ahorrarme ese quehacer doméstico aborrecible y prehistórico..
Te entiendo, María Adela. Con todos los críos que tenés, no darás abasto.
Lo peor, chicas, es que “el nido” no se me vacía nunca. Al contrario. Se me llena cada día más, de aves migratorias y foráneas.
Es que la adolescencia se prolongó hasta bien pasados los 40. El famoso “Síndrome de Peter Pan”. No se casan, no quieren compromisos, estudian, se reciben, hacen cursos de posgrado o empiezan otra carrera. Y, mientras tanto, siguen viviendo de mamá y papá. Un plomazo. Parásitos profesionales.
Y ahora se les da por estudiar flauta dulce, cine documental, arte rupestre, vitrofusión, serigrafía, dirección orquestal. Les llegás a sugerir: “¿Ingeniería, no te gusta? Mirá que hay mucha demanda y conseguís laburo al toque”.
¡Ni se te ocurra! Seguro que te contestan: ¿”Querés que reniegue de mi vocación y sea un frustrado como vos?” Ahí te agarra una depre terminal.
La culpa es nuestra. Eso nos pasa por permisivas. ¿Acaso alguna de nosotras podía invitar al novio a quedarse a dormir, en nuestro cuarto, o incluso irse de vacaciones con nuestra familia? Impensable.
Es cierto. Para tener cierta intimidad, había que irse de la casa. Y ése también era un incentivo para independizarse, ¿o no?
Es que hoy en día, los pibes no se mudan si no tienen todo: plasma, freezer, lavarropas automático, aire acondicionado, el ultimísimo celular, la compu más moderna, el cero kilómetro. Nosotraséramos mucho más modestas, menos pretenciosas. Rejuntábamos los muebles de la abuela y armábamos el rancho.
No sólo eso. Los que se separan o divorcian, vuelven con el forcito sin nafta a la casita de los viejos. ¡Y a veces, con críos ad-hoc!
Peor los que caen con la ropa sucia de toda la semana. ¡Habráse visto!
¿Tendremos el “síndrome del adulto saturado”, como dicen los expertos?
Forma fina de decir “losquetejedi al plato”, Leti.
¿Y si les cambiamos la cerradura y dejamos los bártulos afuera como indirecta?
¿Con lo culposas que somos? ¡Nos morimos de angustia, María Adela!
Entonces ajo y agua. ¡Nido lleno, corazón contento! ¡Chin, chin!