Por Irene Bianchi
* ¿Y esos guantes de jardinería, Mabel? ¿Se puede saber de dónde venís? ¿Ahora hacés changas?
- Changas, no. Voluntariado. Vengo del camposanto.
- ¿Del cementerio? ¿Y en qué consiste tu voluntariado? ¿Acompañás a los deudos? ¿Sos “llorona” profesional?
- No, Delia. Reemplazo el agua de los floreritos por arena. Por el dengue, ¿viste?
- Muy encomiable lo tuyo, amiga, pero ¿no es un bajón? Digo, ir de tumba en tumba. Yo prefiero que me tumben.
- Mirá, tiene su lado bueno. Me reencuentro con gente que no veía hace años.
- ¿Todos bajo tierra, o alguno vivito y coleando?
- Bajo tierra, unos cuantos. Ahí me esmero y les limpio la lápida, de yapa.
- Vos sos más pícara que bonita. Para mí que vas a la caza de algún viudo reciente.
- Te diré que hay más viudas que viudos. Ellos parten antes, ¿vieron?
- Che, ¿no pueden cambiar de tema? ¡Esto es un velorio!
- Al contrario. No saben la alegría que te da estar viva en un lugar como ése. Es como hacerle un corte de manga a la Parca. Además, tomar conciencia de la finitud, te hace valorizar más las cosas. Aprendés a no postergar, por ejemplo.
- Yo soy de la teoría que el Purgatorio es éste. Seguro que lo mejor está por venir.
- ¿Saben que por diez lucas verdes te entierran en la luna?
- ¿En qué sentido?
- Vos siempre con la idea fija, Nelly.
- Les explico. La Compañía californiana “Celestis” lleva una cápsula con un gramo de tus cenizas. Si querés que tus restos descansen junto a los de tu pareja, son 10 lucas más por 14 gramos, pero el precio incluye una plaquita conmemorativa con los nombres de los difuntos.
- ¿Y quién te garantiza que lleguen a destino? ¿Cómo sabés que no las tiran por aquí nomás, ni bien despega el cuete.
- ¡Qué poca fe!
- Si te curran viva, imagináte después de muerta. Pan comido.
- Una cosa es gatillar esa lechuga para que te lleven a dar una vuelta por el espacio, cuando todavía no crepaste. Otra muy distinta es ni enterarte.
- Yo espero poder hacerme un lifting, las raíces y el bozo antes de estirar la pata, cosa de lucir bien en el jonca. Hay minas jodidas que van a los velorios sólo para decir: “¡Mirá, pobrecita, qué arrugadita y envejecida que estaba!”
- Para eso que te velen a cajón cerrado. Te ahorrás unos pesos.
- Claro. De paso, no le das el gusto a la chusma.
- Ay, chicas. Recuerden que la mortaja no tiene bolsillos. Si hay que hacer un gasto de producción para partir como una reina, bien lo vale.
- ¿Se dan cuenta? Antes hablábamos de tipos, de levante, de pilchas, de viajes. Y ahora … A lo que hemos llegado.
- Es que está bueno desmitificar y desdramatizar el tema. Al fin y al cabo, forma parte de la vida. Con negarlo, no lo hacemos desaparecer por arte de magia.
- Pensar que yo perdí el invicto en la tumba de Dardo Rocha.
- Ah, picarona. Con razón guardás un buen recuerdo. ¡Chin, Chin por Delia!