por Irene Bianchi
- Perdón, chicas, que no las bese, pero estoy apestadísima.
- También, con este clima, ¿qué querés? No se salva nadie de los mocos.
- Dicen que nos estamos tropicalizando, ¿vieron?
- Ya lo creo. Y en más de un sentido, Elvira. Cada vez nos parecemos más a Cuba y a Venezuela. Lástima que sin Caribe, ¿no?
- Habló la gorila. Seguro que a vos te cae bien la monarquía.
- ¿Quién te dijo? Para nada. Y menos después del papelonazo del Rey de España.
- No se puede creer. Hay españoles que se están suicidando por falta de trabajo, y el Soberano se da el lujo de patinarse graciosamente 60 mil lucas verdes en un safari, y no precisamente fotográfico.
- Graciosamente, no se patinó, Vilma… Se pegó un soberano palo. Se quebró la cadera en tres. Dios castiga sin palo y sin rebenque.
- Bueno, che, pero pidió perdón públicamente.
- Sólo porque la noticia salió a la luz. No le quedaba otra. ¿O vos le creíste ese gesto compungido y apesadumbrado? Tendría esa cara porque le duele.
- Peor quedó el pobre elefante, que no pudo contar el cuento.
- La verdad, la familia Real española no gana para sustos. Todavía están frescos los chanchurros del yernito, que también lo salpican al Rey. Y ahora saltaron los ecologistas, que se lo quieren comer crudo.
- Hablando de churros y de comer, ¿se enteraron que en Córdoba prohibieron la venta del choripan entre las 8 y las 21?
- ¡Me estás jodiendo! Eso atenta contra el ser nacional. ¿Mirá si se la agarran contra el dulce de leche? ¡Van por todo!
- Un disparate. La gente reaccionó vía Twitter: «conelchoriNo». Yo creo que se viene otro cordobazo.
- Lo que van a conseguir es que la gente se empache después de las nueve de la noche, y no vaya a trabajar el día siguiente.
- Ahora que decís, ¿qué les parece esto del «casual day» que le dan algunas empresas a sus empleados?
- ¿Y eso, con qué se come?
- No tiene que ver con la comida, Pochita Morfoni, sino con la vestimenta. Dejan que los chabones vayan en camisa, sin saco ni corbata.
- Está piola. Al fin y al cabo, el hábito no hace al monje.
- No es tan así, Delia. Las prendas tienen un valor simbólico. Se comprobó que si un tipo se pone una bata blanca y se le dice que es de médico, adopta una cierta actitud; y si le dicen que es una bata de pintor, adopta otra diferente.
- Estoy de acuerdo. La forma de vestirse no es para nada inocente. Ahora que el marido está en plena campaña, Carla Bruni abandonó el «look» refinado, onda Grace Nelly, y se viste de ama de casa, con sueters y pantalones amplios, más negligé, y organiza reuniones tipo tupperware en su casa, con café y macitas.
- A mí que los tipos se liberen de la esclavitud del traje, me parece genial. Lo que me da asquito es que algunos se hagan el cavado profundo.
- ¿Por qué, Elvira? ¿No te gustan lampiños?
- ¿Saben por qué lo hacen, chicas? En pos del «efecto agrandamiento».
- Mera ilusión óptica. Un engañapichanga. Buscan impresionar.
- Dejalos que se la crean. Y de paso, prueban en carne propia lo que venimos sufriendo las pobres minas desde tiempo inmemorial. ¡Chin, chin!