por Irene Bianchi
- ¡Ay, chicas! ¡Estoy chocha! Salí en el diario. ¡No lo puedo creer!
- ¿En policiales, Dorita?
- No precisamente. En el suplemento de moda, desfilando.
- ¿Desfilando? ¿Con las colectividades, en la Fiesta del Inmigrante de Berisso?
- No, nena. Miráme aquí, en la pasarela, en el desfile de talles XXL.
- ¡Ah, bueno! Por fin se acordaron de las rellenitas. Era hora.
- No saben lo bien que me sentí, porque no me tenía que comparar con ninguna flacucha esquelética. Eramos todas minas normales.
- Te entiendo, amiga. Es horrible entrar a un negocio, que la empleada te mire de arriba abajo, o de lado a lado, con una mezcla de asquito y de lástima, y te largue, sin anestesia: “No, gordi. Para vos no hay talle. Sorry.”
- Es cierto. En un local de ropa, nunca toman empleadas rellenitas.
- Se ve que “buena presencia” implica ser flaca.
- Flaca y linda, porque a los bagayos tampoco las toman.
- ¿Se enteraron que iba a haber un Concurso de Feos en General Alvear, Misiones, con un gran baile? Pero se suspendió por una protesta del INADI.
- Pero si los feos se autoconvocan, nadie discrimina a nadie. Es voluntario.
- Lo que pasa, Chela, que son pocos los que admiten abiertamente que no son agraciados. ¿Vos a un hijo tuyo le diría que es feúcho?
- Jamás, porque el amor es ciego. La belleza es tan subjetiva …
- Convengamos que hay feos interesantes, Belmondo. Bombonazo el franchute.
- En los tipos es distinto, por aquellos de “el hombre es como el oso …”. Si una mina es un bagarto, a lo sumo la catalogan como una fea simpática. Pero no liga ni por asomo.
- Si vamos al caso, también nos discriminan a las veteranas. Pasaste la barrera de los cincuenta, y fuíste. Quedás fuera de cualquier concurso.
- Menos del “Bailando”, Nelly. Mirála si no a Paddy Jones. Una diosa.
- Yo tenía miedo que se quebrara en mil pedazos, cuando el gallego la revoleaba.
- No es por deprimirte, Dora, pero más éxito que el desfile XXL, fue la maratón en bikini que se hizo el martes en plena City porteña. Un montón de pibas, 90-60-90, a la una de la tarde, corriendo entre asombrados oficinistas babosos, que hasta se olvidaron de almorzar por verlas pasar.
- Más de uno se habrá querido almorzar a las maratonistas. Te lo aseguro.
- Para tanto no me da el cuero. La pasarela, vaya y pase, pero calzarme la dos piezas y salir a correr, sería un exceso. Casi un atentado.
- Las argentinas somos muy acomplejadas, muy pendientes de qué dirán. Vos vas a cualquier playa europea, y a las minas no les importa exhibir sus flotadores ni su celulitis. En las playas nudistas, ves de todo.
- No tienen tanto rollo.
- Sí, rollos tienen, pero no les calienta.
- Hay tipos que se calientan con las gorditas ¿vieron?
- Me hacés acordar al hit de Rodolfo Zapata: “Pesa 130 kilos, se come un lechón entero, que me importa que sea gorda, si pa’correr no la quiero”.
- ¿Y si organizamos un desfile de maduritas apetecibles?
- Pero sólo para hombres. Pan con pan, comida de zonzo. ¡Chin, chin!