Habiéndose cumplido esta semana el tercer aniversario del fallecimiento de Alfredo Alcón, me gustaría recordarlo con esta nota que en 2014.
Lo vi por última vez haciendo “Final de Partida” en el Teatro Gral. San Martín, acompañado por Joaquín Furriel. Otro capo lavoro –uno más- de un actor fuera de serie, con un magnetismo extraordinario. Tímido en las entrevistas, reservado, apocado, introvertido, de bajo perfil (aunque dueño de un gran sentido del humor), este animal de teatro crecía y adquiría una dimensión descomunal en el escenario, sin dudas, su lugar en el mundo. Recuerdo su labor descollante en clásicos como: Rey Lear, Hamlet, Recordando con Ira, Israfel, Historias del Zoo, Lorenzaccio, Romance de Lobos, Ricardo III, Los Caminos de Federico, Muerte de un Viajante, Largo viaje del día hacia la noche, Escenas de la Vida Conyugal (con su entrañable amiga y compañera, Norma Aleandro); “Filosofía de vida”, entre tantos otros. Versátil, también se le animó a la comedia (Los Reyes del Vodevil, de Neil Simon), pero creo que su veta dramática se lucía más en el género trágico. Dueño de una sensibilidad exquisita, de una voz memorable y de una dicción impecable, Alcón tenía la cualidad de metamorfosearse, de transformarse en el personaje que le tocaba encarnar, entregándose en cuerpo y alma, sin retaceos. Introvertido, este animal de teatro crecía y adquiría una dimensión descomunal en el escenario, su lugar en el mundo Un tipo coherente, humilde, con una trayectoria intachable, alejado de la frivolidad del “ambiente”, querido y respetado por sus colegas. Un trabajador apasionado, meticuloso, detallista, perfeccionista. Alfredo Alcón fue unos de esos actores tocados por la varita mágica, bendecidos con el don, como Lawrence Olivier, Anthony Hopkins, Vittorio Gassman. Esos artistas irremplazables, insustituibles, irrepetibles, que dejan huella, marcan camino a las nuevas generaciones, y producen con su “mutis por el foro” un enorme vacío y una profunda tristeza. “Adieu, adieu, Hamlet. Remember me”, le susurra el fantasma de su padre al Príncipe de Dinamarca. “Adieu, adieu, Alfredo. Te recordaremos por siempre”.Diario El Día