«46 XX Variaciones Hamlet». Dramaturgia de Gustavo Vallejos, basada en el clásico de William Shakespeare. Elenco: Soledad Pacheco, Cora Ceppi, Graciela Martinez Christian, V
“Hamlet” (1600), una de las principales tragedias de William Shakespeare, plantea el tema del poder como carga excesiva y cruel para una personalidad idealista y atormentada por la culpa, cuya caracterización psicológica resulta enormemente rica. El protagonista debe hacer frente al dilema de la venganza, lo cual desencadena la contraposición entre dos concepciones de vida: por un lado, la violenta, que clama por la muerte del usurpador; por otro, la racional, el peso de la conciencia que determina la repulsión ante la brutalidad. Alguien definió la crisis de Hamlet (que es la del ser humano “per se”) como la crisis del héroe trágico, que no sabe resolver su paradoja.
El lugar elegido por Gustavo Vallejos como escenario de esta sopa de pasiones, ambiciones, traiciones, codicia, envidias, locura, es la cocina del “Elsinore”, el castillo de Dinamarca en el que transcurre la acción. Como en la sala de máquinas del transatlántico en “El mono velludo” (The Hairy Ape), de Eugene O’neill, o en la “La cocina”, de Arnold Wesker, es en este lugar donde más se sabe acerca de “los de arriba”, los poderosos. La “servidumbre” conoce a pie juntillas los entretelones, las miserias, los trapos sucios, los secretos mejor guardados de los “señores”. Ellas escuchan, calladamente; observan, sin chistar. Son testigos silenciosos, repletos de información confidencial.
El punto de vista, entonces, es el de las cocineras y los maitres, que comentan lo que acontece arriba. Son ellos los representantes del pueblo, de la plebe, de la gente común, de los trabajadores, que luchan en defensa de sus derechos y su dignidad. La cocina es su bunker, su lugar de resistencia, una suerte de infierno humeante y oscuro.
Ellas tampoco aceptan la figura de “Claudio”, el Rey usurpador, tío de Hamlet, que le arrebata a su propia madre tras asesinar a su padre. Ellas, al igual que el atribulado Príncipe, también ven al fantasma errante, que clama venganza. Son actores secundarios, no menos relevantes que los protagonistas de la tragedia.
Vallejos juega en su versión con el tema de la actuación. Los actores y actrices entran y salen de sus respectivos personajes, despojándose por momentos de sus máscaras. Esa misma travesura shakespiriana, ese tributo, está presente en la segunda escena del tercer acto, cuando Hamlet contrata a un grupo de actores trashumantes, y les da instrucciones precisas en cuanto a la “pantomima” a representar, para desenmascarar a Claudio.
La vedette indiscutible de “46xx Variaciones Hamlet” es la original puesta en escena concebida por Vallejos. Visualmente atractiva y atrapante, el público se siente involucrado, incluído, casi co–protagonista de la historia. De hecho, el estar sentado en el propio escenario, rodeando a los actores, le confiere una intimidad y una cercanía inquietantes.
La labor de todo el elenco es contundente y homogénea. Muy acertados el vestuario y la escenografía de Eugenia Kublic. Una joyita el tema de John Lennon, “Love”.
“46 XX Variaciones Hamlet”: un